La Vanguardia

Feminismo y ramos de flores

- Joaquín Luna

No le miran las mujeres porque es usted bardo, tiene andares de pensionist­a y luce una insignia del RCD Espanyol en la solapa? Antes de pegarse un tiro, haga esta prueba: adquiera un ramo de flores asilvestra­do, lo saca a pasear y ya verá como las mujeres le miran, incluso bien.

Salvo que conduzca un Ferrari 296 GTS, el último recurso para el varón pasado de moda con ganas de ver y ser visto es pasear con unas flores informales, como el que no quiere la cosa. Es importante evitar las amapolas de plástico y portar el ramo boca abajo (señal de casado que celebra –es un decir– el aniversari­o de boda).

De todas las costumbres de género del siglo XX, uno diría que obsequiar un ramo de flores a una mujer sobrevive, causa ilusión y tiene la bendición del feminismo y sus corrientes, aunque tampoco he tenido la oportunida­d de regalar flores a una militante de la CUP –todo se andará– o de algún colectivo de esos que le buscan tres pies al gato en estos menesteres.

Las flores, tan calladas ellas, transmiten buenas intencione­s, pureza y esa estética que ayuda a capear la rutina. Gracias a las flores, el más zopenco, tímido y cejijunto de los hombres se expresa y halla aquello tan complicado de las palabras precisas.

¿Por qué los hombres regalamos flores tan de pascuas a ramos? Si yo lo supiera, vendería libros y no columnas. Quizás la timidez, el miedo a la solemnidad o porque no nos hacemos trampas al solitario. Regalar flores es pisar el área, allí donde los defensas reparten codazos y el VAR penaltis.

Pasearse con un ramo de flores solo tiene un inconvenie­nte, desde el punto de vista masculino: hay un desgraciad­o en su puesto de trabajo, un alma cándida que suda en el gimnasio o un capitán de empresa que no imagina la tormenta que se le avecina.

–He visto a un hombre como tú con un ramo de flores.

Y entonces, consciente de la magnitud del torpedo, esta víctima colateral del fuego amigo se hundirá en la miseria. O en la tragedia si se le ocurre llamar a Glovo y encargar medio kilo de rosas.

Las flores son preciosas aunque las carga el diablo.

¿Por qué regalamos tan pocas veces flores si a las mujeres les gustan tanto?

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