No fue la última cena de Smith
Alabama suspende por segunda vez la ejecución de un reo al no saber conectar la jeringuilla
Kenneth Eugene Smith, de 57 años, es el segundo miembro del club de los que han sobrevivido a la pena capital en Estados Unidos una vez que había empezado la ejecución.
Ya estaba atado en la camilla y se había iniciado el proceso para conectarle las vías intravenosas, cuando el departamento de Prisiones de Alabama decidió cancelar el proceso al carecer de tiempo antes de que la orden expirara a medianoche.
Tuvo su última cena, pero lo devolvieron a la celda. No hubo manera de hallar una segunda vena adecuada, como requiere el procedimiento, para inyectar el fármaco letal. “No disponíamos de tiempo para completar la ejecución por lo que se canceló”, afirmó John Hamm, responsable del servicio penitenciario del estado. Habían establecido una primera línea intravenosa, pero fueron incapaces de conectar la otra.
Esta es la segunda ocasión en que en Alabama se encuentra con esta situación en pocos meses. En septiembre, tuvieron que suspender la ejecución en marcha de Alana Eugene Miller por la misma razón de que no tenían tiempo para dar cumplimiento de la orden al no dar con la manera de conectar las vías. Su abogado, que a día de hoy sigue litigando para evitar la sentencia definitiva de Miller, aseguró entonces que su patrocinado era “el único sobreviviente a la ejecución”. Smith se ha incorporado a ese club a la espera de que el estado recurra al tribunal para pedir una nueva fecha.
En julio, un problema similar hizo que la ejecución de Joe Nathan James fuera lo que se ha descrito como una tortura. Le cortaron en el brazo para acceder a las venas. Esto ha sido la base para varias apelaciones de condenados en Alabama.
El caso Smith tiene, además, una singularidad. El jueves, temprano, su abogado logró que una
No dieron con la vena de Kenneth Smith y caducó la orden, como ocurrió hace dos meses con otro preso
corte de apelación parara el fallo ante los problemas que se habían detectado con las vías intravenosas, lo que suponía sufrir “una crueldad ilegal”. El Tribunal Supremo anuló esa decisión, con la oposición de las tres magistradas progresistas (Sonia Sotomayor, Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson), y la gobernadora, la republicana Kay Ivey, indicó que se debía proceder con la ejecución.
Hasta aquí, una historia más o menos conocida. Lo más inusual es que el jurado declaró culpable a Smith en 1988 como uno de los dos autores de la muerte de Elizabeth Dorlene Sennett. El marido, Charles Sennett, pastor de una iglesia protestante, pagó 1.000 dólares a Smith para que acabara con su esposa. Tenía deudas y quería cobrar el seguro de la mujer.
Su colega de fechoría, John Forrest Parker, fue ejecutado en el 2010. El caballo de batalla legal de Smith consistió en que, si bien estuvo allí y montó la escena en la vivienda para que pareciera un robo, jamás participó en la agresión.
Pero en fase de sentencia (1989), el jurado alcanzó una decisión de diez votos contra dos respecto a la pena a aplicar. Al no ser unánime, esto le evitaba la pena de muerte al convicto y, en su lugar, la sentencia fue de cadena perpetua, sin opción a la libertad condicional.
Este veredicto se anuló en 1992 y en 1996 se produjo otro de once a uno, por lo que se mantenía la perpetua.
El juez que presidió el tribunal ordenó, sin embargo, que Smith fuera condenado a la pena capital, anulando así la decisión del jurado. Esta facultad del juez es una medida que Alabama prohibió en el 2017 y que no se permite en la actualidad en ningún otro estado del país.c