Empujón final a las obras de la nueva estación de Sant Andreu
El vestíbulo, los andenes y las vías están prácticamente listos para poder abrirlos el 11 de diciembre
Solo faltan los últimos detalles. La nueva estación de Rodalies de Sant Andreu ya está prácticamente lista. El vestíbulo, los andenes y las vías esperan a los viajeros y a los trenes, y poco más. En el exterior se trabaja a toda velocidad para acondicionar los accesos y el entorno, una actuación algo más atrasada que el resto, por lo que concentra una gran cantidad de trabajadores. El objetivo de Adif, responsable de la intervención, es estrenarlo todo el 11 de diciembre.
El vestíbulo, un discreto edificio con formas curvas y color gris que se alza sobre la losa que cubre las vías, ya cuenta, entre otros elementos, con las pantallas informativas y las máquinas expendedoras de billetes, además de los ascensores y las escaleras mecánicas. Faltan las barreras con los tornos y las validadoras. Las pondrá Renfe, la operadora de Rodalies, a partir del 3 de diciembre. Una vez entre en servicio la estación, esta compañía asumirá su gestión, como hace con las demás de la red de proximidad.
Abajo, la amplia zona de circulación y parada de trenes –nada que ver con la de la vieja estación colindante– está también casi a punto. Las vías y catenarias colocadas y las instalaciones puestas. También los bancos, los paneles informativos… y los murales, que están rematándose. Sus autores, Miquel Wert y Roc Blackblock, explicaron ayer los avances en su trabajo, que se despliega sobre 3.100 metros cuadrados repartidos en dos paredes. Es la obra de mayor envergadura que han hecho hasta el momento.
Estos murales, los mayores instalados en una infraestructura ferroviaria de toda España, que han contado para su realización con la productora Rebobinart, muestran episodios de la historia del ferrocarril y otros elementos relacionados con él. “Nos hemos planteado la estación como si fuese una galería de arte en la que cada plafón funciona como un cuadro, pero, en conjunto, rescata la memoria a través de una línea temporal con las fechas más destacadas”, detalló Wert. “Hemos articulado una narración en la que aparecen los pasajeros, los trabajadores, los constructores... -apuntó Blackblock– y hay también una voluntad pedagógica y una mirada hacia el futuro y la sostenibilidad que aporta este medio de transporte”.
Adif busca con estos murales, agregó su coordinador técnico para la operación de la Sagrera y Sant Andreu, Lluís Ubalde, “dotar a esta estación de personalidad, de un modelo único que no sea repetible en ninguna otra parte”. Más aún, añadió, “que tenga alma”. Y una manera de hacerlo, señaló, es que “cuando los viajeros esperan su tren no vean unas paredes grises con cables, sino una obra que les transmita información e incluso les emocione”.
Ubalde no ve problema en que se haya elegido el muralismo para decorar la estación cuando, por otra parte, Renfe se queja de las molestias (retrasos y coste económico) que ocasionan las pintadas en sus convoyes. “El arte urbano no es enemigo del tren, lo es el vandalismo”, afirmó este responsable de Adif, para quien esta forma de expresión es “una oportunidad para hacer querer el ferrocarril”. Y en cuanto a su preservación, confía en que la calidad de la obra pictórica frene a quienes se planteen dañarla. El gestor ferroviario estudia colocar códigos QR junto a ella para que los viajeros que lo deseen puedan ampliar la información.
El trabajo es intenso en la adecuación de los accesos y el entorno, algo retrasada respecto al resto del proyecto