La Vanguardia

Toda una vida bajo el foco

Jodie Foster cumple 60 años de estrella y con voz propia en Hollywood

- BEGOÑA CORZO SUÁREZ Barcelona

A Jodie Foster, su 60 cumpleaños le pilla rodando en Islandia True detective: night county con la boxeadora Kali Reis (cuya actuación en Catch the fair one impresionó en Sundance 2021). En esta cuarta temporada de la serie, ambas deben resolver un asesinato truculento en un paraje oscuro y hostil.

En Reikiavik se la ha visto disfrutar de la programaci­ón del acogedor cine Bíó Paradís, aunque son raras las veces en que la intérprete se deja ver en público. En los últimos años, prefiere dirigir, pero cuando ha vuelto a actuar, como en El mauritano(2021), ha demostrado su talento. Por este filme recibió un Globo de Oro en pijama, con su esposa y su perro, en una gala atípica por la covid-19.

Foster nunca tuvo el síndrome de niña prodigio, evitó que un perturbado hundiese su trayectori­a y es uno de los tótems de Hollywood, aunque vaya a contracorr­iente de movimiento­s como el #Metoo. Además ha logrado que su edad no condicione su trabajo: “Mi carrera nunca se apoyó en el físico. Nunca fui la ingenua. Ni la novia. Siempre fui ‘la actriz’”, decía hace un par de años.

La intérprete lleva Hollywood en las venas, no en vano la primera vez que estuvo ante una cámara profesiona­l apenas rozaba la edad para ir a preescolar. A los 9 años, en el rodaje de Napoleón y Samantha (1972), con Michael Douglas, le mordió un león y, como le dijo años después a Andy Warhol, el ataque, lejos de traumatiza­rla, le hizo pensar que “si podía superarlo, podría ser actriz de por vida”.

Alicia Christian Foster, su nombre de cuna, es la más joven de cuatro hermanos criados por una madre soltera. Con 3 años, ya era quien llevaba el pan a casa. “Si me pregunto por qué no me rebelé más, recuerdo que yo era responsabl­e de otras personas. No podía perderme durante días y días. Siempre tuve que trabajar”, explicó en el 2008. Tenía 12 años cuando interpretó a la prostituta de Taxi driver (1974) de modo que Connie, su hermana mayor, la dobló en las escenas más crudas.

Este trabajo le valió su nominación al Oscar y la llevó al Festival de Cannes. La prensa francesa se quedó maravillad­a con aquella niña que les respondía en perfecto francés. En aquella edición se proyectaba­n otros dos trabajos suyos: Bugsy Malone y La muchacha del sendero. En el 2021, recibió la Palma de Oro honorífica.

Aunque le han atribuido la condición de superdotad­a y ella lo ha negado, sin duda es muy lista. Estudió en Yale, su plan B por si su carrera en el cine se iba al traste al hacerse adulta. En la universida­d, John Hinckley Jr. empezó a acosarla y a dejarle “docenas de poemas, cartas y mensajes con la débil esperanza de que desarrolle­s interés en mí”, le escribió. Como traca final, su obsesivo admirador decidió captar su atención atentando contra Ronald Reagan, presidente de EE.UU. Foster decidió que eso no iba a condiciona­r su vida, pero empezó a construir una privacidad que no había tenido nunca.

Tras un puñado de fracasos, la actriz se planteaba abandonar cuando en 1988 llegó Acusados, basada en un hecho real: la violación de una camarera en un bar abarrotado que jaleaba a los agresores. Paramount no la quería para el papel porque “no era sexy”. Optaban por Kelly Mcgillis, pero la estrella de Top Gun, que había

En el 2014, se casó con la fotógrafa y actriz Alexandra Hedison, expareja de Ellen Degeneres

sufrido una violación, prefería el papel de abogada. En 1992 la revista People nombró a Foster la mujer más bella del mundo.

Acusados fue un bombazo que puso el foco en la revictimiz­ación de las mujeres agredidas sexualment­e y le dio el primer Oscar. Las otras nominadas eran Meryl Streep, Sigourney Weaver, Melanie Griffith (Armas de mujer )y Glenn Close (Las amistades peligrosas), lo que da más valor si cabe a la victoria de Foster. El segundo Oscar lo ganó con El silencio de los corderos (1992). Estaba tan “aterroriza­da” ante la despiadada actuación de Anthony Hopkins que lo evitó todo lo que pudo, y no se dirigieron la palabra fuera de cámara mientras rodaban.

Foster volvía a tocar el cielo en lo personal y lo profesiona­l. Rodando Sommersby (1992) conoció a la coordinado­ra de producción Cydney Bernard, con la que mantuvo una relación de 15 años y tuvo dos hijos, Charlie (24) y Kit (21).

En Maverick (1994) se hizo muy amiga de Mel Gibson (66), con valores totalmente contrapues­tos a los suyos, pero al que apoyó cuando una exnovia, la pianista Oksana Grigorieva, le acusó de maltrato. Otro de sus mejores amigos es otro homófobo indisimula­do, James Woods (75).

Y es que Foster es un verso libre en la industria del cine. Tiene la rara habilidad de mantener opiniones y amistades incómodas en uno de los momentos más polarizado­s de Hollywood y aun así contar con el respeto de la profesión. Por ejemplo, hizo oídos sordos cuando el #Metoo cuestionó su trabajo con Roman Polanski en Un dios salvaje (2011). Y tampoco ha renegado de Woody Allen, que la dirigió en Sombras y niebla (1991). “La justicia a golpe de Twitter no es el camino que seguir”, decía en el 2018.

Se alejó un tiempo de los focos tras manifestar su homosexual­idad cuando recogió el premio Cecil B. Demille del 2013. “Cada entrevista me aplasta el alma”, explicó. En el 2014, se casó con la fotógrafa y actriz Alexandra Hedison –expareja de Ellen Degeneres– y se volcó en la dirección. En esta faceta ha firmando episodios de House of cards, Orange is the new black, Tales from the loop o Black mirror.●

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