Masculinidades crepusculares

Hace unos días, en TV3, la cantante Karina denunciaba que las televisiones y las compañías discográficas hubieran renunciado al talento de artistas de edad provecta. Lo decía con esa falsa ingenuidad que le sirve para que, con la coartada de dar juego a los que la incluyen en la categoría de frikis decadentes, los programas la reclamen para aportar cierta sustancia nostálgico-festiva. Más allá de las estrategias, Karina tiene razón. La demanda televisiva actúa como las urgencias sanitarias en tiempos de pandemia; priorizan las posibilidades de supervivencia en función de la edad.

VIEJAS MASCULINIDADES, Tres casos recientes de reivindicación de la edad en el ámbito de la ficción televisiva: Jeff Bridges (Old man, 72 años), Sylvester Stallone (Tulsa King, 76 años) y el más joven, Kevin Costner (Yellowstone, 67 años). Costner y Stallone actúan en proyectos avalados por Taylor Sheridan. Es un artesano brillante de narraciones de épica clásica, retratista de la norteamericana actual y amante de las viejas masculinidades confrontadas a los nuevos tiempos. Yellowstone ha empezado su quinta temporada sin moverse de los paisajes de Montana. El argumento se centra en la política como plataforma de preservación de los intereses de un magnate de rancho amenazado por todo tipo de depredadores financieros y tóxicos para el medio ambiente. No hace falta estar muy informado para intuir que la moraleja de la historia tiene una concepción casi feudal de la democracia. Gran acierto: reforzar el interés de los personajes antagonistas a través de un duelo entre dos mujeres brillantemente malvadas, protagonizadas por la indispensable Keilly Reilly y por el nuevo fichaje, igualmente fascinante, de Dawn Olivieri.

EL ECO DE RAMBO Y DE ROCKY . Tulsa King, en cambio, recupera la idea clásica del mafioso que, después de una larga condena, sale de la cárcel. Sus jefes, a los que nunca denunció, lo envían, como misionero de la extorsión y del delito, a tierras de Oklahoma. Es un papel perfecto para un Stallone que no sólo asume su condición de estrella crepuscular sino que la cultiva con una ironía felizmente autoparódica. Jeff Bridges es otra cosa: hace un despliegue de primer nivel para una serie, Old man, de primer nivel.●