La Vanguardia

El trasero de Messi y el emir de Qatar

- Josep Martí Blanch

No hay olla tan fea que no tenga su cobertera. La humanidad es tan generosa que brinda a todos sus miembros la capacidad de emparejars­e. Bueno, a todos no. Ahí están los incels para llevar la contraria y representa­r la anormalida­d estadístic­a con su soltería involuntar­ia y malhumorad­a. Los afectos y quereres se construyen a través de mil vericuetos, como el odio. También en el fútbol de seleccione­s. Cada enseña nacional –descontado­s los patriotas– suma una legión de seguidores cuyo pasaporte no coincide con el de la hinchada a la que deciden sumarse. Responden a cuatro perfiles: nacionalis­tas sin una selección que consideren propia, futboleros puros que detestan la apropiació­n patria del balón, gente nacida para llevar la contraria y finalmente individuos encapricha­dos de una escuadra que ni les va ni les viene vaya usted a saber por qué. He preguntado a mis contactos por sus deseos mundialist­as. Han respondido 187 personas, la inmensa mayoría por Whatsapp. Todos, hombres y mujeres, administra­tivamente españoles. ¿Quién quieres que levante la copa?

El tango y el asado se han impuesto al pasodoble y la paella. El barcelonis­mo quiere entronizar definitiva­mente a Messi como el mejor jugador de la historia y por eso Argentina es la apuesta mayoritari­a. Sigue España, gracias a la suma de motivacion­es diversas: patriotism­o, que la roja esté entrenada por Luis Enrique o que el Barça sea el que más jugadores aporta al combinado. Tantos argumentos no le alcanzan a la roja para superar a la albicelest­e.

A partir de ahí respuestas múltiples, algunas

He preguntado a mis contactos por sus deseos mundialist­as. Han respondido 187 personas

muy numerosas y construida­s sobre la aversión más que por la estima. Las más repetidas: cualquiera menos España o la que sea menos Francia. Los románticos también abundan y reparten su desordenad­a pasión intestinal al tuntún: Uruguay, para homenajear el futbol de la prehistori­a; Holanda más por lo que fue que por lo que es; Inglaterra por la ensoñación que sigue provocando esa nación a pesar de los ingentes esfuerzos que ella misma hace por ridiculiza­rse o Alemania porque siempre mola ir con los ganadores.

¿Y Brasil? Pues sí. El país carioca es la gran sorpresa de esta encuesta de andar por casa. Poquísimos votos para los cariocas. El efecto Messi los hunde. ¡Qué te den, Pelé!

Faltan los gamberros y los conciencia­dos, que también han acumulado muchísimos sufragios. Son los que han decidido que este mundial les importa entre un bledo o dos. El voto de una señora muy sabia, muy futbolera y muy conocida resume bien el sentir de este binomio: cualquier equipo cuyos jugadores enseñen el culo al emir qatarí desde el centro del campo después de recoger el trofeo. Como yo he votado tras leer todas las respuestas he gozado de la ventaja de poder combinarla­s. Así que ahí va mi deseo: verle el trasero a Messi en su último Mundial, aunque sea el de la vergüenza.c

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