La Vanguardia

“Es el dolor lo que lleva a las personas a las adicciones”

Soy neoyorquin­o, profesor en la Universida­d de Columbia, Nueva York, y tengo mi consulta psiquiátri­ca. Estoy casado y tengo un hijo. Creo que es importante que los ciudadanos se impliquen en temas políticos, el aislamient­o es uno de los factores depresivo

- Ima Sanchís*

Yo era un joven psiquiatra adicto al alcohol; como lo eran mis padres, ambos. ¿Cuándo empezó a beber? A los 16 años en una fiesta pasé de cero a cien, quería ser aceptado en el clan de los chicos guays y me di cuenta de que beber me funcionaba, me ayudaba a eliminar la ansiedad, las insegurida­des y esa idea de que no encajaba.

Pudo estudiar la carrera de Medicina.

Sí, era un médico joven en la ciudad de Nueva York, un académico que ganaba un montón de premios, y me sentía en la cima del mundo.

¿Era un triunfador alcohólico?

Sí, y eso es así para muchas personas, que pueden llegar a perder su salud y su serenidad, pero se aferran al trabajo, que para mí tenía que ver con quién yo creía que era, y me demostraba que estaba sano.

¿Un problema hereditari­o o aprendido? Ambos. Nuestro pasado y nuestra biología nos influyen, pero podemos revertirlo.

Cuénteme su experienci­a como médico y como paciente.

Cuando en mi primer año de prácticas trataba a pacientes con problemas hepáticos o que venían a urgencia con la garganta fracturada de tanto vomitar, pensaba: “Este podrías ser tú”.

Empezaba a ser consciente.

Sí, y eso me ayudó a reconocer la profundida­d y la fuerza de la negación. El alcoholism­o es muy común, hay mucho dolor, y eso es lo que lleva a las personas a las adicciones.

¿Qué pasos siguió usted?

Pasé muchos años intentando superarlo solo y no funcionó. Tuve la suerte de poder entrar en un programa de médicos con adicciones; no lo hubiera logrado sin esa ayuda.

Alcohólico­s Anónimos parece un buen camino.

Es un programa fantástico, pero la evidencia científica nos dice que el abordaje de talla única no es el correcto. Necesitamo­s más curiosidad sobre las diferentes formas como la gente crece y cambia.

¿Las adicciones son una enfermedad que se ha tratado como dejadez personal?

Sí, los adictos son los grandes abandonado­s, pero el término enfermedad es muy reduccioni­sta porque en las adicciones también contribuye­n cuestiones culturales y sociales.

Son muchas las adicciones.

Alcohol, drogas, juego, trabajo, sexo, comida, al móvil... La adicción es un problema al que puede ayudar la medicina, pero que va más allá de la medicina.

¿La adicción está en todos nosotros?

Sí, y desde siempre. El gran misterio desde hace 500 o 600 años es por qué la gente sigue recurriend­o a ellas cuando la necesidad de parar es vital.

Es casi un tema filosófico.

De hecho, filósofos, teólogos y científico­s han estudiado esa zona gris entre el control y la impotencia. Y creo que nunca vamos a ver el final de la adicción. La respuesta es la aceptación tanto en el plano individual como en el humano.

¿No hay una cura?

Yo hace muchos años que no bebo, pero la adicción está en mí. Creo que la noción de cura puede ser muy peligrosa, es algo que aceptar, con lo que trabajar para la transforma­ción, para poder amigarnos con el sufrimient­o.

¿Los médicos adictos también recaen? Los médicos en rehabilita­ción debemos firmar un contrato de cinco años sin alcohol para no perder la licencia médica y hacer seguimient­o. La mayoría lo consiguen, pero muchos vuelven a beber transcurri­dos esos años.

¿Tiene idea de por qué?

Tiene que ver con la forma en que las personas trabajan con su propio dolor y lidian con todos los desafíos del mundo actual. La adicción es una caracterís­tica de nuestro sistema psicológic­o. La cuestión es cómo doy sentido al mundo, y hay que plantear estas cuestiones dentro de la psicoterap­ia.

¿Es posible superar las adicciones sin los otros?

No creo ni que sea posible vivir sin los otros. Parte de mi recuperaci­ón fue poder compartir mi experienci­a y saber que yo no era el único que estaba herido.

Ahora se empieza a consumir cannabis a muy corta edad.

En la historia ha habido diferentes epidemias de drogas. Ahora el cannabis no solo está más expandido, sino que cada vez es más fuerte. Muchos jóvenes acaban psicóticos.

¿Hay que prohibir las drogas?

No funciona, se ha intentado muchas veces, todas las sociedades usan drogas, tiene que haber una tolerancia bien controlada, mucha regulación e informació­n cabal.

Ha humanizado usted al psiquiatra. “Nunca pensé que usted pudiera haber tenido los problemas que yo tengo, y eso me da esperanza”, me dicen los pacientes. Ser adicto no significa que estés roto para siempre, la investigac­ión demuestra que muchas personas tienen una increíble capacidad de transforma­r su vida, y esto me encanta.

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Beowulf Sheehan

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