La nena está bien, mama
En Nevada hay un paraje llamado White River Narrows, a dos horas en coche de Las Vegas. Es un espectacular despliegue de arte que podríamos llamar simplemente prehistórico, con petroglifos y toda la pesca, si no fuese porque los habitantes de la zona fueron completando aquella pétrea Capilla Sixtina hasta el siglo XIX, cuando llegaron los europeos y se acabó la fiesta.
Un día, no hace mucho, dos jóvenes se fueron a pintar grafitis. Se llaman Jonathon Pavon y Daniel Plata. Los petroglifos quedaron sepultados por su creatividad.
Según The Art Newspaper, “la característica de estos petroglifos son sus representaciones, complejas y altamente estilizadas, de animales y de personas, y también dibujos abstractos: espirales y olas que se relacionan con las tradiciones sobrenaturales y chamanistas”. El caso es que esas maravillas han quedado hechas un asco. Ahora han juzgado a los dos delincuentes. El fiscal general de Nevada ha hecho pública una declaración en la que dice: “Ninguna restitución o reparación puede deshacer el daño causado por los que son capaces de destrozar un lugar sagrado e histórico como ese, pero esta sentencia demuestra que delitos así no recibirán una simple amonestación”. La sentencia ha sido de cuatro meses de prisión para el Pavon y un año y un día para el Plata.
Mientras tanto, Barcelona sigue ocupando lugar preferente en el podio de los delitos contra el patrimonio cultural. La Reial Acadèmia de Medicina, Santa Maria de Montalegre, la Santa Creu… Se llevan incluso bloques de piedra. Las autoridades lo contemplan impasibles. Hace poco, la exconcejal del Ayuntamiento Gala Pin –una de las estrellas del primer mandato de Colau– colgó en Instagram una foto suya, feliz y sonriente, delante de un muro del Palau Centelles vandalizado con la pintada “Mama estoy bien”. Todo, por la pereza de enviarle un watsap a la mama, supongo.
En Estados Unidos, cárcel por vandalizar bienes culturales