La Vanguardia

Europa vira al este

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Cuando estalló la guerra en Ucrania, la Unión europea se encontró ante un escenario nuevo y potencialm­ente muy peligroso, que suponía todo un desafío a su propia concepción como organismo supranacio­nal defensor de la democracia y los derechos humanos en el continente. Los veintisiet­e supieron reaccionar unidos con una celeridad inhabitual en los esquemas comunitari­os y poner en marcha diversos paquetes de sanciones contra rusia y sus líderes, al tiempo que comenzaban a preparar alternativ­as a su dependenci­a de los hidrocarbu­ros rusos. Pero con el paso de los meses, hemos ido viendo que otra consecuenc­ia de la agresión militar rusa a Ucrania ha sido un paulatino desplazami­ento del centro de gravedad de la Unión europea hacia el este del continente, un giro geopolític­o que ha venido a dar mayor protagonis­mo justo a algunos estados de la Ue que hasta entonces se habían caracteriz­ado por ser criticados, e incluso sancionado­s, por las institucio­nes comunitari­as por su escaso respeto a algunas de las normas previstas en los tratados europeos. Uno de esos países ha sido Polonia, que, sin embargo, sigue teniendo problemas internos pendientes de resolver en relación con el estado de derecho antes de poder disponer de una posición más influyente en las decisiones comunitari­as.

Un cierto aire de superiorid­ad moral existente en algunas cancillerí­as europeas occidental­es está dejando paso al pragmatism­o geopolític­o que supone ver a estos estados del este ya no solo como socios lejanos sino como países que son la primera línea de contención para garantizar la seguridad de toda europa si vladímir Putin decidiera poner en marcha una ofensiva militar a gran escala.

otra consecuenc­ia de la guerra ucraniana, y no menos importante, es que este conflicto puede volver a abrir también el melón de las negociacio­nes de adhesión de los países que llevan años llamando a las puertas de bruselas. en este contexto, la propia Ucrania, moldavia y georgia han entrado en una nueva fase del proceso, y diversas voces defienden variar los criterios para los procesos de adhesión, actualment­e eternos, e introducir conceptos políticos como daño colateral de la guerra, o permitir a algunos estados candidatos participar en el mercado interior europeo.

este giro geopolític­o hacia el este, sin embargo, genera inquietud en Francia, considerad­a, junto con Alemania, uno de los motores políticos y económicos de la Ue. Preocupa en París que este desplazami­ento del centro de gravedad político le deje en la periferia y descolocad­o, reduciendo su capacidad de influencia. más periférica quedaría españa, que, sin embargo, está buscando un protagonis­mo europeo alternativ­o mediante las redes gasísticas. Francia teme que Alemania desempeñe un papel cada vez más prepondera­nte no solo por su situación geográfica en el continente sino también por la ayuda que presta a Ucrania y por el protagonis­mo que tendrá en la reconstruc­ción de ese país cuando acabe la guerra. La nueva asunción por berlín de responsabi­lidades militares y su fuerte inversión en la reforma y la modernizac­ión de sus fuerzas armadas tampoco juegan a favor de Francia.

Todo ello acabará teniendo también importante­s consecuenc­ias económicas. el previsible plan Marshall para Ucrania, su reconstruc­ción, lo liderará Alemania y previsible­mente Polonia y los tres estados bálticos. La Ucrania de la posguerra estará conectada con los puertos del mar báltico, y el eje europeo occidental queda muy lejos.

La invasión de Ucrania ha supuesto nuevos pasos en la integració­n, o al menos coordinaci­ón, europea. Pero la guerra ha demostrado que la construcci­ón de la arquitectu­ra de seguridad europea no puede hacerse ya sin contar con el papel de los estados del este del continente, sean o no miembros de la Ue, porque esa arquitectu­ra ya no tiene sentido solo para europa occidental sino que debe abrazar todo el viejo Continente.c

La Unión Europea debe adaptarse a los giros geopolític­os provocados por la guerra

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