Messi y Maradona tienen películas, canciones, espectáculos de circo y danza
tre las que se podrían citar –sin orden de prioridad– We are the champions, de los Queen de Freddy Mercury; la partitura Champions League compuesta por Tony Britten para la UEFA y realmente sin fronteras; You’ll never
walk alone, focalizado en el Celtic y en el Liverpool, club este último muy musicado con la versión de aquella hecha por Gerry & The Pacemakers o con la fascinante Fearless de Pink Floyd; Andrés Calamaro dedicó a Diego Armando Maradona una canción con su nombre (como también hizo Manu Chao con Santa Maradona, de Mano Negra); la canción La Copa de la vida en boca de Ricky Martin; por supuesto el Waka waka de Shakira o su La la la para Brasil 2014 junto a Carlinhos Brown. Y, ya puestos, la enérgica Como un rayo de los Ska-p para mayor gloria del Rayo Vallecano.
CINE
De John Huston a Maradona
La pasión por el fútbol traspasa fronteras, mueve audiencias y ha impactado en la gran pantalla. No son pocas las producciones ambientadas en el deporte rey que han conquistado a público y crítica. En Evasión o victoria
(1981), John Huston ponía a jugar a Michael Caine, Sylvester Stallone y Pelé en un partido que enfrentaba a nazis y prisioneros de un campo de concentración. Ken Loach abrazó el fenómeno fan en Buscando a Eric
(2009), en la que Eric Cantona ayudaba a un cartero admirador en su crisis vital. Keira Knightley era la jugadora estrella de un equipo de fútbol femenino en Quiero ser como Beckham
(2002), una cinta que rompía con los estereotipos de género. El astro del balón Maradona protagonizó el documental Diego Maradona (2019), de Asif Kapadia, un estudio construido sobre 500 horas de metraje inédito alrededor de la controvertida figura argentina. De cara al 2023, Taika Waititi prepara Next goal wins, sobre el técnico holandés Thomas Rongen, que tomó las riendas del equipo de fútbol Samoa Americana y trató de hacer de un grupo de perdedores unos ganadores natos.
ÓPERA
El arma secreta de Pep Guardiola
El fútbol y la ópera son dos manifestaciones culturales emblemáticas para el gobierno de un país, que eventualmente blande para sobresalir o competir con otros. En ambos casos se habla de primeras y segundas divisiones y tanto los forofos futboleros como los amantes de la ópera no pueden evitar tener su opinión y expresarla. Un gran momento de simbiosis entre ambas disciplinas fue cuando Pep Guardiola ganó la Champions en el 2009 habiéndoles puesto a sus jugadores, justo antes de salir al campo, un vídeo de siete minutos con imágenes de la película
Gladiator combinadas con otras del equipo en el terreno de juego al tiempo que sonaba el aria de Puccini Nessun
dorma, de Turandot, con las mágicas y emotivas palabras finales… “Vincerò, vinceeeerò!” (¡Venceré, venceré!). Y fue con esa emoción que los gladiadores salieron al campo en Roma, tierra de la lírica. El resto es historia.
DANZA
La coreografía de los jugadores
“Siempre he querido utilizar lo que sucede en el fútbol para comentar aspectos de la vida, aprovechar la familiaridad que tienen muchas personas con este deporte para ayudarles a soñar con el movimiento y desde él”. La frase es de Cesc Gelabert y es parte de la explicación que el bailarín y coreógrafo dio cuando presentó su montaje Football. Corría el año 2015 y el decano de la danza contemporánea en Catalunya, que es socio barcelonista desde pequeño (el número 6.242), trazaba un paralelismo entre danza y fútbol con la ayuda de siete bailarines y un montaje de vídeo extraído de los partidos del Barça que analizaba al ralentí y con visión artística el juego de piernas de Messi y su equilibrio de fuerzas. Todo un ejercicio de conciencia del movimiento y de la emoción que transmite. Gelabert sostenía que uno de los puntos en común es el equilibrio supremo sobre una pierna: en el baile para una estética y en el fútbol para controlar el balón, dar un buen pase o chutar a puerta. Xavi era el más coreógrafo del equipo, Iniesta, el más bailarín, y Messi, un mago del cambio de ritmo.
TEATRO
El gran circo de Messi
Justamente Messi es el protagonista de uno de los espectáculos de Cirque du Soleil, Messi10, que se estrenó en Barcelona en octubre del 2019 y que sigue de gira mundial, el próximo año en Buenos Aires: la magia futbolística del astro argentino convertida en espectáculo circense. El penalti también ha sido fuente de inspiración para el teatro. Palau i Fabre, que fue portero en su instituto durante la República, escribió la obra El porter i el penalty, que aunque tenía un título parecido al de la novela de Peter Handke, tiene una temática muy distinta. Pep Garcia-pascual interpretó a un ficticio Pep Guardiola en Pep talk, donde el entrenador daba una conferencia a ejecutivos de los negocios, dando las claves de su éxito profesional. Albert Espinosa homenajeó el deporte rey en Els nostres
tigres beuen llet, y Marta Buchaca, tangencialmente, también se acercó al balompié en Les nenes no haurien de jugar a futbol. Y nada menos que Andrew Lloyd Webber es el autor del musical The beautiful game, que sucede en Belfast en 1969.
ARTE
Chillida, portero de la Real Sociedad
“Un periodista estaba escandalizado porque yo hubiera sido portero de fútbol y escultor. No veía relación entre una cosa y la otra, y yo le convencí de que estaba en un error”, decía Eduardo Chillida, que fue guardameta de la Real Sociedad hasta que una lesión de rodilla a los 19 años lo apartó de los palos, pero cuya experiencia en el campo de juego marcó toda su obra. La figura de Chillida encarna mejor que ninguna otra el cruce entre el fútbol y el arte, aunque los caminos entre uno y otro están mucho más estrechamente interconectados de lo que pudiera parecer a primera vista. Un amigo suyo, Joan Miró, fue el autor del cartel del Mundial de España en 1982 (un futbolista que se eleva hacia el cielo para conectar con un cabezazo con el balón, representado por una luna llena roja) y desde Rousseau (con su fascinante pintura Los jugadores de fútbol) hasta Picasso (pese a no ser un gran aficionado, creó en 1965 Footballeur, una pequeña cerámica que emula el tiro a puerta de un futbolista zurdo), Nicolas de Staël (impactado por la intensidad de un partido en el Parque de los Príncipes, realizó una serie de cinco lienzos) o Warhol (retrató al campeón de fútbol brasileño Pelé), son muchos los artistas que a lo largo de la historia se han inspirado en un deporte que representa una posibilidad de conversación universal. Entre los contemporáneos, el que ha tenido mayor impacto en bienales y museos de todo el mundo ha sido la hipnótica videoinstalación
Zidane: un retrato del siglo XXI, de los artistas Philippe Parreno y Douglas Gordon. En el 2005, durante un partido entre el Real Madrid y el Villarreal, 17 cámaras enfocaron exclusivamente al futbolista absorto en el juego y totalmente ajeno al hecho de estar siendo observado con lupa: escupe, suda, gesticula, grita, se sube los pantalones, marca un gol, se suma a una pelea, el árbitro le muestra la tarjeta roja... Un año después, el alemán Harun Farocki revisó la final del Mundial entre Francia e Italia desde múltiples puntos de vista en Deep play, incluidas imágenes de las cámaras de vigilancia. ●