Necesaria banda sonora
Los guarismos son ilustrativos sobre la bonanza de algunas complicidades musicales: este World record es el álbum número 42 de estudio firmado por Young y el número 15 que hace junto a los Crazy Horse. Y todo indica que la colaboración cuenta con buena salud, con un nuevo álbum que sigue la senda dejada por su obra anterior, el sobresaliente Barn de hace solo un año. Eso sí, la sensación general es que transmite cierto apresuramiento y también se percibe una mayor heterogeneidad en el repertorio elegido. Ello no redunda en una obra muy youngiana, es decir, bien viva, cercana y carnal, e inspirada por regla general. con el mundo actual, la Tierra, el urgente día a día, a modo de temática.
Esa cercanía sonora y epidérmica en buena medida es producto de una grabación en directo y en analógico en el estudio de Rick Rubin, que ejerce de coproductor junto al indomable canadiense. Esta transparencia y fidelidad a ese proceso creativo refleja la maquina rítmica y armónica que son los Crazy Horse, que son capaces de la belleza mediotiempo (The long day before), del rock más guitarrero (Break the chain) o de cosas sonoramente angulosas y chirriantes como The world (is in trouble now), en donde junto a las insólitas armonías vocales de la banda suena la urgencia de la voz de Young sobre un muro distorsionado y disonante. World record no es una obra estéticamente agradable sino sobre todo es una llamada a la protesta y a pasar a la acción.
La colaboración entre los raperos Drake y 21 Savage deja que desear tratándose de un proyecto, paradójicamente, colaborativo. Aquí el protagonismo del canadiense es remarcable, especialmente en las letras de algunas composiciones más que cuestionables (Spin bout U’, More m’s, Circo loco). Y sonoramente ninguna novedad, aunque la producción es notable.
La banda sonora de un concierto-espectáculo que desde hace un año ya conoce los escenarios en complicidad con Xavi Bobés, a solas funciona sin problemas. Montefusco lo convierte en una gema más de su muestrario conceptual, marcado por el rigor, la calidad y la entregada tensión comunicativa, a ratos mayestática y a otros, acústica.
La cantautora del Maresme vierte su lado más introspectivo en un tercer álbum de una notable solidez sonora. La labor del multiinstrumentista Arnau Figueres y del teclista Kquimi Saigi en la producción se intuye fundamental en este aspecto. Ello facilita que la sinceridad de las letras y la vulnerabilidad que transmiten, convenzan sin necesidad de kleenex.