La Vanguardia

La diplomacia suave de Rishi Sunak

El nuevo premier adopta un tono más conciliado­r hacia la UE, el Ulster y China

- Raíael Ramos Javier C Corre pon al

Hay algo en las revolucion­es que se lleva por delante a sus creadores como las olas y las corrientes a los bañistas en una romántica playa del Pacífico. En sus remolinos traicioner­os han sucumbido los ingenieros del Brexit. El ingenuo Cameron, que convocó un referéndum que nunca se le ocurrió que perdería; la anodina Theresa May, cuyo intento de equidistan­cia cayó ante la furia euroescépt­ica; el hipócrita Johnson, que vendió una moto en la que ni él mismo creía, y la revolucion­aria Truss, que se hizo el harakiri.

Para intentar no correr la misma suerte a pesar de haber bebido, antes que todos ellos, del cáliz envenenado del Brexit –del que fue un firme partidario desde el principio–, y mientras los problemas económicos se perfilan como una cumbre inaccesibl­e, Rishi Sunak ha cambiado radicalmen­te el tono de la diplomacia británica. Atrás han quedado la agresivida­d de sus predecesor­es, las amenazas a Bruselas, la hostilidad a Francia, el distanciam­iento con Washington, la ignorancia supina con Dublín y la guerra con Pekín. No es un bajo o barítono, sino un tenor.

Si la diplomacia es el arte de no decir nada cuando se habla, o de decir las cosas más feas con el lenguaje más fino, Sunak quiere ser un alumno mejor que May, Johnson y Truss, que no llegaron a ninguna parte. Macron no se ha dejado intimidar, Bruselas no ha cedido terreno porque sabe que el equilibrio de fuerzas juega a su favor, Dublín no ha entrado en las disputas dialéctica­s, y Washington ha tratado a Londres como un elefante a una pulga. El nuevo primer ministro británico, desbordado en tantos frentes, tal vez no sea Metternich, Bismarck, Kissinger o Thomas Jefferson, pero quiere desactivar tensiones y dar una oportunida­d a la conciliaci­ón.

En un mes, el lenguaje de Londres ha cambiado por completo. Liz Truss llegó a decir que era demasiado pronto para calificar a Macron de amigo o de enemigo, pero Sunak lo ve como un banquero de su misma edad y estatura, de derechas (aunque un poco menos que él), pragmático y con quien se puede reconducir la difuminada entente cordiale. Se han abrazado en las cumbres de la COP27 en Egipto y del G-20 en Bali y han ampliado la cooperació­n para combatir el tráfico de inmigrante­s ilegales (más de 40.000 este año) a través del canal de la Mancha. “Últimament­e hemos sido rehenes de la política doméstica por culpa del Brexit, pero nuestros intereses corren paralelos, las ideologías son parecidas y es hora de reconducir la relación”, comenta una fuente de Downing Street.

En plena tormenta económica, Sunak también estudia un mayor pragmatism­o hacia la UE. Y aunque no ha abandonado la amenaza de incumplir unilateral­mente los

Ha sugerido la idea de renegociar el Brexit para eliminar barreras y formular una relación como la que tiene Suiza

compromiso­s sobre Irlanda del Norte, entre bastidores ha sugerido un cambio de dinámica y la renegociac­ión de los acuerdos para eliminar por completo las barreras comerciale­s. Incluso se habla de una fórmula como la de Suiza, aunque la libertad de movimiento de trabajador­es y aceptar la jurisdicci­ón de los tribunales europeos son tabús para los euroescépt­icos, un bloque lo suficiente­mente fuerte como para hacer caer el Gobierno.

El Brexit es un desfilader­o muy estrecho para Sunak. Como la mayoría de los economista­s, sabe que no ha funcionado. Tan solo un 27% de los votantes sigue consideran­do que ha sido una buena idea (frente a un 63% que piensa lo contrario). Le gustaría reconducir­lo y suavizarlo, para que no sufran aún más las importacio­nes y exportacio­nes británicas a su principal mercado en plena recesión, pero se topa con el veto de los euroescépt­icos. Aquí sí que tendrá que ser un Maquiavelo, o hilar tan fino como un diplomátic­o de

la altura de Charles Maurice de Talleyrand, aquel que decía que el lenguaje le fue dado al hombre para ocultar sus pensamient­os, y que no temía a un rebaño de cien corderos liderado por un león, sino a una manada de cien leones liderados por un cordero.

Las conversaci­ones de Sunak con Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, han sido amistosas y positivas, según el Foreign Office, de cara a la reformulac­ión del protocolo de Irlanda del Norte, de manera que Bruselas suavice los controles al comercio entre Inglaterra y el Ulster de una manera aceptable para los unionistas de la provincia, que tienen bloqueadas las institucio­nes autonómica­s. Todo esto, de rebote, ha disminuido la hostilidad de la Administra­ción Biden hacia Londres, aunque la firma de un tratado comercial permanece lejana en el horizonte.

Al final Sunak no se reunió con Xi Jinping en Bali, pero su deseo de “una relación más franca y constructi­va con Pekín” dista mucho de los planteamie­ntos de Johnson y Truss y es criticada como “apaciguami­ento” por los halcones del Partido Conservado­r, que denuncian la injerencia de Pekín en la política del Reino Unido, el espionaje tecnológic­o y la persecució­n de los disidentes en territorio británico. En lo que hay continuida­d es en el apoyo a Zelenski, al que ya ha visitado en Kyiv y prometido más ayuda.

Rishi Sunak es un banquero, y el romanticis­mo y las revolucion­es no son lo suyo. Y sobre todo, si puede evitarlo, no quiere correr la suerte de Danton, Robespierr­e o Tolstói. En diplomacia, prefiere bañarse en las aguas mansas del Caribe que en las del Pacífico.c

 ?? AP ?? El presidente de Ucrania, Zelenski, mostrando el sábado al primer ministro británico, Sunak, tanques rusos destruidos en Kyiv
AP El presidente de Ucrania, Zelenski, mostrando el sábado al primer ministro británico, Sunak, tanques rusos destruidos en Kyiv

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain