La Vanguardia

El último supervivie­nte de Europa

Recambio en la secretaría del Partido Comunista de Portugal, la última gran formación de Occidente en su género

- Anxo Lugilde Barcelona

La última bandera roja de la hoz y el martillo que ha ondeado en los últimos años con orgullo e influencia política real en Europa tiembla. El Partido Comunista Portugués (PCP) se enfrenta a la lucha por la superviven­cia en tal medida que ha tenido que efectuar una maniobra que va en contra de su esencia, un cambio. Es cierto que en la salida este mes de la secretaría general del septuagena­rio Jerónimo de Sousa han pesado factores de salud, pero no hay que descartar para nada que tratase de continuar si las cosas fuesen bien. Y van fatal, con el mínimo histórico del 4,3% de los votos recibido en enero del 2021.

Para resurgir de la sangría que le supuso el abrazo del oso de su alianza con los socialista­s de António Costa en la llamada geringonça del 2015, el PCP acaba de renovarse, pero generacion­almente nada más. Hay un salto enorme de los 75 años de Jerónimo de Sousa, conocido en Portugal simplement­e como Jerónimo, hasta los 46 de su sucesor, Paulo Raimundo, quien nunca ha tenido un cargo político de relevancia, frente a la trayectori­a de su antecesor, diputado desde 1975.

Sin embargo, en la secretaría general del PCP Jerónimo de Sousa estuvo menos tiempo, 18 años, desde su elección en el 2004 como sustituto de Carlos Carvalhas, quien a su vez era el heredero del legendario Álvaro Cunhal. El diario lisboeta Público apuntó que hay fotografía­s de ese relevo, del saliente Carvalhas y del entrante De Sousa, en las que aparece Paulo Raimundo. No es un recién llehoy gado, ni un inexperto. Es un aparátchik bregado, miembro del órgano más reducido de dirección, si bien el partido destaca sus trabajos anteriores, antes de convertirs­e hace lustros en liberado. Así, la renovación generacion­al resulta tan rotunda como la, en principio, apuesta por el continuism­o. Sin embargo, incluso en este caso tan obvio, conviene esperar porque abundan en la política internacio­nal los casos de herederos con rumbo inesperado.

En este caso sería más sorprenden­te que la propia elección de Raimundo, a quien todo apunta que le ha allanado la progresiva debacle electoral. La del 2021, que dejó sin escaño a varios de los posibles sucesores, como el hasta entonces líder parlamenta­rio, João Oliveira. Bajó de los diez diputados del 2019 a seis y venía de los 15 del 2015, sobre los 230 sillones de la Asamblea de la República.

Si bien a distancia de los dos primeros, al PCP se le podría situar en el pódium histórico de fuerzas comunistas en países de la OTAN. Es un ranking de otro tiempo, en el que la recortada rama portuguesa es casi lo que queda de él, presentánd­ose por su cuenta con un partido florero verde. Lo encabeza el Partido Comunista Italiano (PCI). En 1976, obtuvo el 35% de los votos y 228 de los 630 diputados. Con la caída del muro de Berlín en 1989, el PCI se refundó y acabó por dar lugar a lo que es el Partido Demócrata, mientras su escisión comunista auténtica está en la marginalid­ad, sin diputados.

El Partido Comunista Francés (PCF), el segundo del pódium histórico que podría dibujarse sobre la plaza Roja de Moscú, sacó este año apenas el 2,4% de los votos, pero logró 12 diputados de 577, dentro de Nupes, la coalición de Jean-luc Mélenchon. Justo después de la Segunda Guerra Mundial, el PCF fue varias veces la fuerza más votada, con un techo del 28% en 1946.

Si bien tuvo una gran influencia en la revolución de los claveles, el PCP nunca llegó a tanto. Su máximo fue del 18,8% en 1979, lo que supone casi el doble del récord del Partido Comunista de España. Controla el mayor sindicato luso, la CGT, y ha tenido históricos bastiones electorale­s y municipale­s en el Alentejo y en la periferia de Lisboa, si bien aquí también se observa su decadencia.

En este siglo tuvo que competir en su mismo espacio con el Bloco de Esquerda, una fuerza más moderna, en una línea posmarxist­a, que el PCP, pero este resistía sobre un 8% de los votos. Repetía y repetía resultados por mesas, como si pasase de padres a hijos.

Ahora el Bloco también está fatal, hundido como el PCP. Ambos pagaron su decisión del 2021 de tumbarle el presupuest­o a Costa, que, tras incorporar­los en el 2015 por primera vez al juego de la gobernabil­idad, se los ha comido, hasta sacar la mayoría absoluta. Vista así, la alianza fue ruinosa, sin embargo, tras los brutales ajustes de la troika, se imponía un giro a la izquierda, pues esta tenía mayoría. Ahora, el PCP ha recuperado su discurso de antes del 2015. Lo clásico sería que trate de sobrevivir por enroque.c

La alianza con el gobierno del socialista António Costa ha sido demoledora para el PCP

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Wurphoto / Getty Militantes, en la fiesta anual del Partido Comunista Portugués en Seixal en septiembre del 2020

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