La Vanguardia

El fiscal pide 37 años para un monitor por abusos a alumnos con discapacid­ad

- DOMINGO MARCHENA

El fiscal pide en sus conclusion­es provisiona­les un total de 37 años de cárcel para J.M.C, de 51 años (cumplirá 52 en diciembre), un monitor de una escuela de educación especial de Barcelona. Está acusado de siete delitos sexuales, aunque “posiblemen­te fueron más y las víctimas no puedan precisarlo”.

Se trata de chicas y chicos, algunos menores de edad, todos con una discapacid­ad intelectua­l de hasta el 75%. La Sección Novena de la Audiencia de Barcelona aún no tiene fecha para la vista oral, que podría durar dos o tres días y posiblemen­te no se celebre hasta el 2024. Además de la pena de prisión, el fiscal pide diez años de libertad vigilada y 57.000 euros de indemnizac­ión para las víctimas. La escuela y su asegurador­a han sido declarados responsabl­es civiles subsidiari­os.

Los primeros delitos son del 2015. El acusado está en libertad y niega los hechos. Lo detuvieron en el 2017. Ya han pasado siete años desde las agresiones iniciales (masturbaci­ones, felaciones y una penetració­n anal). Y cinco desde la detención. En todo este tiempo ha habido un cambio legal, la ley del solo sí es sí, que obligará a actualizar las calificaci­ones. J.M.C., casado y con tres hijos, debe comparecer periódicam­ente ante el juzgado y tiene un nuevo trabajo, no relacionad­o con menores ni personas con discapacid­ad.

El investigad­o se aprovechó de su “preeminent­e ascendenci­a sobre las víctimas”, alumnos de la escuela de educación especial Taiga, en la avenida Vallcias,

La Sección Novena de Barcelona, que debe juzgar los hechos, no tiene todavía ni fecha para la vista oral

vidrera de Barcelona. J.M.C. (así aparece en la copia del escrito en poder de este diario) era un monitor con “funciones docentes y, especialme­nte, extraescol­ares”. Dirigía el club deportivo del centro y participab­a en las excursione­s y colonias.

Las agresiones se cometieron presuntame­nte en esas actividade­s fuera de la escuela, durante talleres de baloncesto en masías y residencia­s de Canyelles o el parque natural de Collserola. J.M.C., dice la Fiscalía, satisfizo sus “apetencias lúbricas” con aquellos a quienes debía proteger, personas “en situación de indefensió­n” y sin “suficiente discernimi­ento”.

Aunque las acusacione­s particular­es harán valer las declaracio­nes que ya realizaron sus patrocinad­os ante psicoterap­eutas y bajo control judicial, el tiempo juega en su contra. ¿Qué pasará si les ordenan declarar de nuevo ante el tribunal, a pesar de sus condicione­s? ¿recordarán los hechos? Los especialis­tas aseguran que son incapaces de mentir. La tardanza de la justicia no es lo único que indigna a las familias: el acusado solo tiene orden de alejamient­o con respecto a tres de los jóvenes.●

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