Astronomía e infancia

Un paracaidista de la guerra de Vietnam que salva la vida al caer sobre un baniano. Una informática solitaria que descubre que las plantas se organizan, a través de sus raíces, como una sola entidad capaz de cuidarse y prevenir plagas. Un artista que hereda cien años de retratos del mismo castaño americano. Una juerguista que se cuelga de los seres de luz (los descubre al electrocutarse) y juntos deciden velar por todos los árboles de la Tierra. Son solo personajes de ficción, los de

El clamor de los bosques (el Pulitzer de Richard Powers), pero capaces de dibujar al activista real que todos llevamos dentro, más resolutivo, seguro, que esa multitud en la cumbre de la COP27.

Si los árboles pudieran hablar, ¿qué nos dirían?, se pregunta el autor en ese clamor que, al menos, funcionó conmigo. Todavía no lo sé. No sé qué me dirían los árboles, pero por culpa de Powers me gusta cargarlos de abrazos, más si son centenarios, me interesan sus nombres y anillos, savias y hojas. Y aunque ya no me caben en casa, rescato las plantas que muchos tiran estando bien vivas y me ahoga pensar (y no es alergia) en el cruel final diseñado para nuestros plataneros.

Sí, con su clamor, Powers me complicó la vida y continúa haciéndolo, ahora desde Desconcierto. Sigue ahí con sus activistas y habla de peligros nucleares, de bulos y guerras... pero además azota con más verdades escondidas. “Tienen mucho en común la astronomía y la infancia. Ambas son viajes por enormes distancias. Ambas buscan realidades fuera de su alcance. Ambas quedan desfasadas cada pocas semanas. Ambas funcionan a través de la ignorancia y con el tiempo se envuelven de misterio”, filosofa a través de su nuevo protagonista , un astrobiólogo poeta.

Para colmo, el hijo del científico suelta: “¿Qué crees que es más grande, el espacio exterior o el interior?”. Empujan a pensar y actuar sin necesidad de romper nada ni embadurnar el arte con salsa de tomate.•

¿Qué crees que es más grande, el espacio exterior o el interior?