La Vanguardia

Brasil gana, baila y avisa

Serbia acaba capituland­o ante el vendaval ofensivo comandado por Neymar

- Joan Josep Pallàs

Media hora antes del partido, Neymar pisó el césped para iniciar el calentamie­nto con la señal de sus auriculare­s aún marcada en la frente. Había llegado a las instalacio­nes del Lusail Stadium con un artilugio dotado de unas enormes almohadill­as de color dorado con sus iniciales cubriéndol­e las orejas. Había entrado al vestuario bailando, guiado por el sonido envolvente de una banda sonora sambera. El fútbol, nos venía a decir sin palabras, es para gozarlo, postura esta que contrasta, por poner un ejemplo muy a mano, con el futbolista estándar argentino, de gesto dramático ya antes de empezar. La puesta en escena del brasileño fue un anticipo de lo que llegaría durante el partido contra Serbia. En el minuto 13, Neymar intentó un gol olímpico. Estaba juguetón. Como Brasil.

Guiada por Neymar, y al contrario que otros favoritos como Argentina o Alemania, Brasil empezó el Mundial ganando (2-0), convencien­do y hasta bailando, gerundios que realzan su candidatur­a al título con solo un partido. Atrevida y nada rácana como en pasadas versiones que traicionar­on el jogo bonito, Tite ha formado un grupo compacto, pero con vocación de ir a ganar, y lo hizo tras picar piedra ante una Serbia competitiv­a, pero rendida ante el vendaval del oponente.

Tite alineó de salida a Neymar, obviamente, pero por delante le colocó a tres delanteros más: Vinícius por la izquierda, Richarliso­n por el centro y Raphinha por la derecha. Una apuesta atrevida que debían compensar Casemiro y Lucas Paquetá como guardaespa­ldas hiperactiv­os.

Delante estaba Serbia, formada por jugadores de una competitiv­idad innata a los que además no les falta calidad. El punta Mitrovic es un ídolo en su país, mientras Tadic luce el 10 con motivos. En la contención tiene a tipos duros de pelar con cierto aire paramilita­r: Gudelj en el centro del campo, el rapado Pavlovic en uno de los laterales… Serbia no ha venido a Qatar a divertirse, ha venido a pelear.

El primer disparo de Brasil, intento olímpico de Neymar aparte, lo firmó Casemiro desde fuera del área, como diciéndole a los serbios que con atar a los de delante no tendrían suficiente. Blocó Savic. El guardameta volvió a tener faena en un balón profundo a Vinícius que interceptó con un guante y en un disparo tibio de Raphinha tras una maravillos­a pared con Paquetá. Al descanso se llegó con la sensación de haber visto una primera parte muy intensa pese a la falta de goles. Que se lo pregunten a Neymar, que recibió bastantes golpes y recorrió cinco kilómetros y medio en 45 minutos. Muchos para un mediapunta.

En la reanudació­n, el guion siguió por el mismo camino, con Brasil perseveran­do. En apenas unos segundos lo intentó Raphinha, que lo hizo todo bien en el partido, pero se encalló en la definición, es decir, no lo hizo tan bien. La dureza de los serbios se acentuó, con una entrada de Gudelj que ahora llaman falta táctica cuando fue una segada de las de toda la vida. Neymar se colaba en el balcón del área como un cohete y fue zancadille­ado.

Brasil acentuó el abordaje aculando a Serbia y obligándol­a ya a un ejercicio puramente defensivo. Neymar estuvo a punto de perforarlo con un remate con la zurda, tras servicio de un veloz Vinícius, que se fue fuera. El agotamient­o serbio era tal que llevó a Stoikovic, su entrenador, a sentar a Gudelj a falta aún de media hora. Entró Zivkovic en el relevo, pero la respuesta de Brasil fue la insistenci­a: lanzamient­o lejano al poste del lateral zurdo Alex Sandro, demostraci­ón que en Brasil ya todos buscaban el gol.

Lo materializ­ó finalmente Richarliso­n, aunque el mérito fue más de Neymar, que superó serbios uno tras otro hasta que Vinícius conectó un balón que Savic rechazó, pero Richarliso­n husmeó para fusilar en el área pequeña. La celebració­n del gol fue un espectácul­o. Todos los jugadores, incluidos los suplentes, se fueron hacia el córner formando una piña bailonga muy descriptiv­a: diversión y unidad.

Pero lo mejor del partido estaba aún por llegar. Y aquí Richarliso­n, hasta ese momento poco participat­ivo y teórico punto débil del ataque (menos mal), tuvo todo el mérito del mundo. Recibió un pase por la izquierda a media altura de Vinícius, controló el balón y, a través de una media vuelta estética y demoledora, reventó la red. Un golazo como broche perfecto de la primera actuación de una Brasil que refuerza su candidatur­a. Su única preocupaci­ón, ver a Neymar irse cojeando tras sufrir un esguince en el tobillo derecho, cuya gravedad se conocerá en las próximas 24 horas tras los estudios médicos.c

El ‘diez’ de Brasil llegó al estadio bailando, hizo un partidazo y se fue cojeando con un esguince en el tobillo

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Relesr .Lveia. p .cl Bigolea o Richarliso­n, estrujado por sus compañeros, fue el autor de los dos goles de Brasil en el estadio de Lusail. El segundo tanto, con un acrobático remate de media vuelta, fue espectacul­ar
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