Brasil gana, baila y avisa
Serbia acaba capitulando ante el vendaval ofensivo comandado por Neymar
Media hora antes del partido, Neymar pisó el césped para iniciar el calentamiento con la señal de sus auriculares aún marcada en la frente. Había llegado a las instalaciones del Lusail Stadium con un artilugio dotado de unas enormes almohadillas de color dorado con sus iniciales cubriéndole las orejas. Había entrado al vestuario bailando, guiado por el sonido envolvente de una banda sonora sambera. El fútbol, nos venía a decir sin palabras, es para gozarlo, postura esta que contrasta, por poner un ejemplo muy a mano, con el futbolista estándar argentino, de gesto dramático ya antes de empezar. La puesta en escena del brasileño fue un anticipo de lo que llegaría durante el partido contra Serbia. En el minuto 13, Neymar intentó un gol olímpico. Estaba juguetón. Como Brasil.
Guiada por Neymar, y al contrario que otros favoritos como Argentina o Alemania, Brasil empezó el Mundial ganando (2-0), convenciendo y hasta bailando, gerundios que realzan su candidatura al título con solo un partido. Atrevida y nada rácana como en pasadas versiones que traicionaron el jogo bonito, Tite ha formado un grupo compacto, pero con vocación de ir a ganar, y lo hizo tras picar piedra ante una Serbia competitiva, pero rendida ante el vendaval del oponente.
Tite alineó de salida a Neymar, obviamente, pero por delante le colocó a tres delanteros más: Vinícius por la izquierda, Richarlison por el centro y Raphinha por la derecha. Una apuesta atrevida que debían compensar Casemiro y Lucas Paquetá como guardaespaldas hiperactivos.
Delante estaba Serbia, formada por jugadores de una competitividad innata a los que además no les falta calidad. El punta Mitrovic es un ídolo en su país, mientras Tadic luce el 10 con motivos. En la contención tiene a tipos duros de pelar con cierto aire paramilitar: Gudelj en el centro del campo, el rapado Pavlovic en uno de los laterales… Serbia no ha venido a Qatar a divertirse, ha venido a pelear.
El primer disparo de Brasil, intento olímpico de Neymar aparte, lo firmó Casemiro desde fuera del área, como diciéndole a los serbios que con atar a los de delante no tendrían suficiente. Blocó Savic. El guardameta volvió a tener faena en un balón profundo a Vinícius que interceptó con un guante y en un disparo tibio de Raphinha tras una maravillosa pared con Paquetá. Al descanso se llegó con la sensación de haber visto una primera parte muy intensa pese a la falta de goles. Que se lo pregunten a Neymar, que recibió bastantes golpes y recorrió cinco kilómetros y medio en 45 minutos. Muchos para un mediapunta.
En la reanudación, el guion siguió por el mismo camino, con Brasil perseverando. En apenas unos segundos lo intentó Raphinha, que lo hizo todo bien en el partido, pero se encalló en la definición, es decir, no lo hizo tan bien. La dureza de los serbios se acentuó, con una entrada de Gudelj que ahora llaman falta táctica cuando fue una segada de las de toda la vida. Neymar se colaba en el balcón del área como un cohete y fue zancadilleado.
Brasil acentuó el abordaje aculando a Serbia y obligándola ya a un ejercicio puramente defensivo. Neymar estuvo a punto de perforarlo con un remate con la zurda, tras servicio de un veloz Vinícius, que se fue fuera. El agotamiento serbio era tal que llevó a Stoikovic, su entrenador, a sentar a Gudelj a falta aún de media hora. Entró Zivkovic en el relevo, pero la respuesta de Brasil fue la insistencia: lanzamiento lejano al poste del lateral zurdo Alex Sandro, demostración que en Brasil ya todos buscaban el gol.
Lo materializó finalmente Richarlison, aunque el mérito fue más de Neymar, que superó serbios uno tras otro hasta que Vinícius conectó un balón que Savic rechazó, pero Richarlison husmeó para fusilar en el área pequeña. La celebración del gol fue un espectáculo. Todos los jugadores, incluidos los suplentes, se fueron hacia el córner formando una piña bailonga muy descriptiva: diversión y unidad.
Pero lo mejor del partido estaba aún por llegar. Y aquí Richarlison, hasta ese momento poco participativo y teórico punto débil del ataque (menos mal), tuvo todo el mérito del mundo. Recibió un pase por la izquierda a media altura de Vinícius, controló el balón y, a través de una media vuelta estética y demoledora, reventó la red. Un golazo como broche perfecto de la primera actuación de una Brasil que refuerza su candidatura. Su única preocupación, ver a Neymar irse cojeando tras sufrir un esguince en el tobillo derecho, cuya gravedad se conocerá en las próximas 24 horas tras los estudios médicos.c
El ‘diez’ de Brasil llegó al estadio bailando, hizo un partidazo y se fue cojeando con un esguince en el tobillo