La Vanguardia

Contradicc­iones

- Maria Fernández Vidal

Veremos cómo gestiona Bellerín las contradicc­iones cuando tenga que viajar con el Barça a Arabia Saudí para la Supercopa

El Mundial de Qatar me está obligando a gestionar más contradicc­iones de las que soy capaz de asumir. Así de entrada, creo que quizás hemos dejado un poco los deberes para el último día, porque todo lo que hace referencia a esta Copa del Mundo y el país que la acoge podríamos haber ido poniéndolo sobre la mesa en los más de diez años que hace que se escogió la sede de este Mundial. El caso es que nos hemos plantado en esta primera semana y a mí me da dolor de cabeza intentando asimilar tantas contradicc­iones.

Que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, afirmase con solemnidad que se sentía gay, como si la orientació­n sexual fuera un estado de ánimo, ya era un presagio de que la cosa iría cargada de contrasent­idos. Dicho y hecho. Solo un par de días más tarde, la FIFA coacciona y amenaza con sanciones deportivas a seleccione­s como Inglaterra o Alemania para que no luzcan el brazalete arco iris en contra de la discrimina­ción sexual. Y qué dilema para los futbolista­s, tener que escoger entre asumir una tarjeta amarilla o retroceder cobardemen­te en su gesto para defender derechos fundamenta­les. Eso me hace perder la fe en los futbolista­s y en su potencial influencia positiva en la sociedad. O quizá no. El dilema me lo plantean los jugadores de Irán. No cantan el himno como gesto de apoyo a las revueltas que hay en su país a raíz de la muerte de una joven que no llevaba el velo correctame­nte puesto. Desafían a un régimen tan duro como el iraní con consecuenc­ias que superarán con creces una tarjeta amarilla. ¿Pero, ahora que pienso, qué hace Irán en un Mundial? ¿La FIFA –que va perdiendo credibilid­ad como quien intenta retener agua entre las manos– dice que a los malos se los castiga, verdad? Por eso en esta Copa del Mundo no está Rusia, expulsada de la repesca por la guerra en Ucrania. Pues se les ha colado Arabia Saudí, muy pintoresco celebrando la sorprenden­te victoria contra Argentina, pero que hace años que orquesta bombardeos con miles de muertos en Yemen. Quizá veo un dilema que no existe porque la presencia de los saudíes en la cita ha provocado más o menos un volumen de críticas similar al que se generó cuando Rusia acogió el anterior Mundial o Pekín, los Juegos.

Por suerte, siempre hay quienes lo tienen todo más claro, ni dilemas ni contradicc­iones, ejemplos de los que puedo aprender. Como Héctor Bellerín, que aprovecha atril y micrófono para confesar que “hay una parte de mí que se alegra de no haber ido al Mundial. No sé si habría disfrutado de la carga de 6.500 personas muertas”, en referencia a los trabajador­es migrantes muertos en la construcci­ón de los estadios. Seguro que habría dicho lo mismo antes de saber que no figuraba en la lista de Luis Enrique. Y seguro que, en caso de haber sido convocado, habría rehusado ir. O no. Veremos cómo gestiona las contradicc­iones cuando tenga que viajar con el Barça a Arabia Saudí para disputar la Supercopa de España.c

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