ERC acompasa la negociación con el PSC con la reforma de la malversación
Esquerra busca ratificar el diálogo con el aval a los presupuestos de la Generalitat
Los de Illa admiten “un cierto malestar” y piden las previsiones de ingresos y gastos de las conselleries
Tras la aprobación este jueves de los presupuestos generales y el primer paso dado en el Congreso para sacar adelante la derogación del delito de sedición, al Govern de ERC solo le queda por remachar un tercer clavo: la negociación por el presupuesto de la Generalitat del 2023, todavía en ciernes. A Pere Aragonès le quedan muchos cabos por atar y ante la incógnita de Junts, el president contemporiza el acercamiento al PSC. Por cuestiones de relato político, los republicanos creen que deben actuar así. Pasar de ignorar a los de Salvador Illa a aceptarlos sentados en la mesa es un escenario y un decorado que para que lo asimile su electorado (también el futurible) requiere levantar el telón lo más pausadamente posible.
En esta onda está también que Esquerra acomode la negociación con los socialistas catalanes con la reforma del delito de malversación, para el cual en los últimos días se ha aflojado el ímpetu para redefinirlo. De salirse con la suya en los dos aspectos, ERC habrá rematado su estrategia del diálogo.
En lo que se refiere a los presupuestos catalanes, es Esquerra quien maneja a conveniencia los tempos. Argumentan que hasta que el PSC no se comprometa firmemente a apoyar rebajas en la malversación, la negociación real no será posible. Con la reforma del Código Penal ahora en trámite en el Congreso, los republicanos creen que tienen la ocasión perfecta para demostrarlo. Confían en que el PSC despeje las dudas sobrevenidas en Unidas Podemos y el propio PSOE para redibujar un delito que tiene que perfilarse a la perfección si no se quiere que les pase factura. Está bien presente lo sucedido con la ley del solo sí es sí.
Pero los socialistas catalanes tienen claro que solo van a avalar las cuentas si se pacta buena pareuros te de los presupuestos antes de que el Govern los valide primero en el Consell Executiu y luego los remita al Parlament para que se tramiten.
Los de Illa tienen razones para ello: una vez que los números entran en la Cámara, las posibilidades de enmendarlos se reducen, puesto que quedan fijadas las previsiones de ingresos y el gasto máximo global, que este año cuenta con 3.000 millones de más que en el 2022, y no es posible mover importes de una partida a otra. En todo caso, donde sí habría margen para modificaciones es en las medidas fiscales. Están contenidas en la ley de Acompañamiento a los Presupuestos. Pero en esta materia, las coincidencias entre ERC y el PSC son muchas, y ambos apuestan por introducir las mínimas novedades. El IRPF, empero, por el momento no se toca.
ERC no tiene prisa. La prórroga de los presupuestos del 2022 es inevitable. El calendario no puede acelerarse y la versión más optimista, según fuentes del Govern, es que el Ejecutivo catalán los apruebe en el Consell Executiu del puente de la Constitución y de la Inmaculada, para aprobarlos y sellarlos definitivamente en febrero.
El PSC asegura que no está nada satisfecho con los contacto que ha mantenido hasta ahora con el Govern. Mientras que ERC avanza notablemente con los comunes y ya han hablado de energéticas y de políticas de vivienda, con los socialistas el diálogo se da, pero no fluye. Illa avisó a Aragonès el miércoles de que son necesarios marcos de confianza, que se rompen cuando su partido conoce detalles de los presupuestos a través de terceros. El viernes, la portavoz Alicia Romero admitió “un cierto malestar” por no haber recibido aún documentación, como esas previsiones de ingresos y el aumento de gastos en cada una de las conselleries de la Generalitat.
En el otro lado, Junts. En el Govern creen que hay pocas opciones de que se alcance un pacto con los de Laura Borràs y Jordi Turull –“y aunque hubiera acuerdo, quién se fía ahora de ellos”, admiten-, por lo que esperan que los posconvergentes anuncien su rechazo antes de avanzar definitivamente con los socialistas.pero Jxcat también juega con los tiempos, y busca lo contrario: que sea el Govern quien los deje al margen. Tras abandonar el Govern, saben que una más, que un no prematuro a las cuentas, podría favorecer electoralmente a ERC. El problema para los republicanos en todo este ajedrez de estrategias es que, mientras tanto, el PSC también juega su partida: ya consiguió que se reprobara al conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, y Romero amenazó con someter a consideración del Parlament a alguno más. “Una cosa es ofrecerse para los presupuestos, y la otra apuntalar al Govern”, adujo la portavoz socialista.c