“No podíamos callarnos ante los machistas”
La reacción de un equipo femenino de voley a los insultos sexistas de unos futbolistas
Laia Fabrés, de 20 años, estudiante de emergencias sanitarias, jugadora y entrenadora de voley, sonríe cuando recuerda lo que le han dicho sus padres y su hermano: “Estamos muy orgullosos. Hay que luchar para que la sociedad sea menos machista e intolerante”. El pasado domingo, su equipo, el Club Volei Esplugues, jugó contra el Sandor en el pabellón municipal de Cornellà de Llobregat. Aunque perdieron por 3-1, han obtenido un gran triunfo. Cuando el encuentro iba 2-1, el equipo juvenil masculino de fútbol sala AE Vallirana se situó detrás de la pista. Ellos eran los siguientes en jugar. Desde el principio comenzaron a animar al Sandor.
“Lo hacían porque si nos ganaban el tercer set, como pasó, el partido se acababa ya y ellos podían entrar a calentar. Si nosotras hubiéramos remontado hasta el 2-2, se hubiera alargado”. Pero los jugadores se calentaron de otra forma. De festejar los aciertos locales pasaron a aplaudir los fallos visitantes.
La entrenadora pidió al árbitro, un joven negro, que los obligara a alejarse un poco. Y ahí se complicó todo. Los gamberros, pues actuaron como tales, se quedaron en el perímetro o el túnel de vestuarios, donde profirieron insultos machistas y vejaron y humillaron a las jugadoras, menores de entre 14 y 17 años. Se ensañaron especialmente con una jugadora con síndrome de Down y se burlaron de su aspecto de manera incomprensible, pues quienes la conocen saben que es preciosa. “Se reían de sus orejas y sus orejas son uno de sus rasgos más bonitos”, dice su madre.
Muy molesta, la entrenadora visitante se planteó retirar a su equipo, pero no quiso claudicar ante los acosadores. La heroína fue una jugadora muy especial, una que nunca se rinde y que gritaba: “Venga, podemos ganar”. Sí, era ella. Una chica preciosa.
Pero una cosa es acabar el partido y otra olvidar. Al día siguiente se celebró el primer entrenamiento del Esplugues, cuarto en la liga. Las jugadoras charlaron con la entrenadora y la directiva, asesoradas por una psicóloga. Decidieron que “estos comportamientos machistas no se pueden normalizar, hay que denunciarlos. Como mujeres no podíamos callarnos”.
El AE Vallirana ha recordado que “es de origen femenino” y que condena “el machismo y cualquier forma de violencia”. La entidad “investiga los gravísimos hechos imputados”. Si se confirman actuará “con severidad contra los responsables de tan repulsiva conducta”.
El otro club, el Esplugues, que estudia medidas legales, pidió permiso a las familias para un comunicado muy duro. La nota insiste en que hay que defender “los derechos de las personas, de las mujeres y de la infancia y la adolescencia”, y añade: “Hay que velar por la igualdad y la no discriminación por razón de género, raza o discapacidad”.
El árbitro era negro y una jugadora asegura que también escuchó improperios racistas. Los profirieron presuntamente los mismos que se burlaron de una joven solo porque tiene un cromosoma extra: “Si lo puede hacer ella, yo lo hago también”. Se equivocan. Ella tiene muchas cosas que ellos no. Empatía, humanidad, deportividad, educación, buen humor, simpatía…c
El árbitro era un joven negro, que también recibió improperios racistas, según una deportista