Irán gana y llora de emoción
Los jugadores de Queiroz, que esta vez cantaron el himno nacional, doblegaron a Gales con el añadido de la épica: sus dos goles llegaron en los minutos 98 y 100
Fue un partido extraordinario, no por su nivel, sino por su tremenda carga emocional
Rouzbeh Cheshmi y Ramin Rezaeian son ya héroes en el convulso Irán a partir de hoy, seguramente lo serán para los defensores del implacable régimen gubernamental y también para sus opositores. El mundo no tenía ni idea de quienes eran pero sus nombres quedarán grabados en la historia de su país por ser los goleadores de la victoria contra Gales (2-0), merecida pero cuyo desenlace no llegó hasta muy al final, en los minutos 98 y 100 del tiempo extra. La épica embelleció el esfuerzo iraní.
Fue un partido cargado de emoción de arriba a abajo. Desde que los jugadores de Irán, esta vez sí, cantaron el himno de su país (el gesto valiente y desgarrador de no cantarlo ante Inglaterra ya estaba hecho y la repercusión mundial, lograda) hasta que el árbitro pitó el final y sus futbolistas, que están cargando con una presión extra brutal sobre sus espaldas, mantearon entre lágrimas de una emoción contagiosa a Queiroz, su entrenador. Fue un partido extraordinario, no por su nivel, sino por su descarga emocional.
Especialmente intenso fue el abrazo entre Sardar Azmoun, jugador del Bayer Leverkusen y una de las estrellas de Irán, y Queiroz. Nadie como Azmoun, muy crítico con el régimen actual iraní, para liderar otra revuelta, esta vez futbolística, y para decirle al mundo que además sus compañeros saben jugar a fútbol y no están en el Mundial por casualidad, algo que necesitaban mostrar tras caer con estrépito ante Inglaterra (6-2) en la primera jornada.
Lo consiguieron. Ganaron a Gales siendo atrevidos, como cuando se pasan al activismo, y arrancaron la complicidad del espectador neutral por su ambiciosa apuesta sobre el terreno. Azmoun fue uno de los mejores. Lanzó un balón al poste en el minuto 51 después de culminar un contragolpe que en ese momento ya hubiera hecho justicia.
No fue la única jugada que pudo desequilibrar el partido. Después de una primera parte insulsa y de tanteo (Moore tuvo una ocasión de cabeza para Gales y poco más), en ese mismo minuto 51, en la misma jugada en realidad, hubo una segunda opción que también acabó en la madera ante la desesperación iraní. El disparo, desde fuera del área y parabólico, lo hizo Ali Gholizadeh.
En la recta final del partido el dominio iraní se acentuó, sobre todo cuando el portero de Gales, Hennessey, fue expulsado por una tarjeta roja indiscutible al interceptar con una patada en la cara una incursión de Taremi. El asalto de Irán llegó a su zenit al final, en el tiempo añadido, el momento de los héroes y la épica. Cheshmi marcó un golazo desde fuera del área con un chut raso y pegado al poste. La celebración fue una locura. Rezaeian aprovechó después los espacios de una Gales desesperada para meter el segundo al contragolpe.
Los iraníes van dando lecciones. El coraje que les faltó a los capitanes europeos que no se atrevieron a lucir el brazalete arcoíris por miedo a una ridícula tarjeta amarilla (¿en qué consiste el activismo entonces si no estás dispuesto a afrontar las consecuencias?) les sobró a ellos cuando enmudecieron para no cantar el himno asumiendo las consecuencias. ¿Cuáles? Según datos de la ONG Iran Human Rights unas 18.000 personas han sido arrestadas y 442 asesinadas desde que la joven Mahsa Amini fue ejecutada tras ser detenida por la terrible policía de la moral al no llevar bien puesto el velo y se desataron las protestas.
Ayer, en los aledaños del estadio antes de empezar el encuentro se registraron algunos incidentes. Hinchas fieles al régimen confiscaron banderas reivindicativas del movimiento Mujer, Vida, Libertad y profirieron insultos a sus portadores. También fueron increpadas y rodeadas mujeres que ofrecían entrevistas a la prensa internacional.
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