La Vanguardia

Presupuest­os devaluados

- Mariano Guindal

Contra todo pronóstico el Parlamento ha aprobado con una amplia mayoría los presupuest­os generales del Estado para 2023. La razón es que el Gobierno ha aceptado la inmensa mayoría de las enmiendas que le han presentado los partidos de la oposición excepto el PP y Vox, tanto si forman parte del bloque de investidur­a como si no. Tal es así que el portavoz del PNV, Aitor Esteban, ha dicho que le han aceptado el 70% de las enmiendas que había presentado. Y lo mismo se puede decir de otros grupos que el año pasado no los habían apoyado, como PDECAT o Cs. En esta ocasión ha habido alpiste para todos.

Pero no solo han servido las cuentas del Reino para aprobar todo tipo de gasto, sino también para modificar el Código Penal eliminando el delito de sedición tal y como exigía ERC. O buscando una salida al conflicto creado con la revisión de penas a la controvert­ida ley del sólo sí es sí .E incluso se intentará reducir las penas al delito de malversaci­ón cuando no se haya producido lucro personal, aunque esta medida no será tan fácil de sacar adelante por los graves problemas que plantea.

Resulta llamativo que los presupuest­os hayan vuelto a recuperar prácticas que se hacían en el pasado como la ley de acompañami­ento, que fueron eliminadas por decisión del Constituci­onal. Tal era así que los presupuest­os se habían convertido en un cajón de sastre que permitía aprobar por la puerta de atrás todas las disposicio­nes que planteaban algún tipo de problema. Pero al actual Gobierno le da lo mismo eso de las buenas prácticas. De hecho, en lo que llevamos de legislatur­a se han aprobado medio centenar de reformas o medidas de calado a través de decretos ley, en una especie de juego de trileros parlamenta­rio.

El resultado ha sido que los presupuest­os de 2023 han servido para casi todo menos para lo que debían: poner la base para hacer frente al parón económico que se anuncia. De hecho, son unas cuentas muy devaluadas que se elaboraron sobre premisas muy alejadas de la realidad. El Gobierno prevé un crecimient­o del PIB del 2,1% y la OCDE lo ha rebajado a la mitad, en línea con el BCE, el BDE o la CE.

Esto los hace muy poco creíbles, ya que tanto los ingresos como los gastos se han convertido en papel mojado, como pasa siempre con el Gobierno de coalición. Pero en realidad la prioridad económica marcada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no es económica sino política: ganar las próximas elecciones generales, tanto si se adelantan como si no.

Para lograrlo es fundamenta­l dar una respuesta populista al alza de precios. La historia nos enseña que la inflación es el talón de Aquiles de cualquier gobierno, sea del color que sea. Por esa razón se utiliza el exceso de recaudació­n para subvencion­ar el consumo de los más vulnerable­s y la “clase media trabajador­a”. Y si no fuera suficiente, volverán a subir el déficit y la deuda pública pese a las advertenci­as de Bruselas. Se trata de evitar la austeridad antes de mayo pase lo que pase.

Las cuentas han servido para casi todo menos para frenar el parón económico

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