La Vanguardia

“No puedes ganar si pierdes tu dignidad, por eso rechacé el velo”

Anna Muzychuk, perdió el título mundial de ajedrez en Riad por negarse a ponerse el velo

- LLUÍS AMIGUET Víctor-m. Amela - Ima Sanchís - Lluís Amiguet

Mi primera partida la jugué a los 2 años y he disputado miles, pero cada una es como empezar de nuevo. Soy ucraniana y vivo en València. He sido campeona mundial de ajedrez rápido femenino y dos veces de blitz. Aprender ajedrez mejora el rendimient­o escolar. Vengan a disfrutar del Open Llobregat de Ajedrez

Quién le enseñó a jugar? Mis padres tenían 23 años y aún estaban en la universida­d cuando nací mientras estudiaban para ser entrenador­es profesiona­les de ajedrez.

¿A qué edad jugó por primera vez?

A los dos años. Mi hermana y yo apenas sabíamos decir algunas palabras, pero fuimos aprendiend­o a mover las fichas. Las lecciones duraban apenas 15 minutos, porque no aguantábam­os más quietas.

¿Y ya empezó a ganar campeonato­s? Empecé a ganar campeonato­s locales a los 5 años, pero la verdad es que yo no los recuerdo: me lo han contado mis padres.

¿Ya era usted famosa en Ucrania?

No había cumplido los 10 cuando gané el campeonato de Ucrania y así pude disputar ya campeonato­s internacio­nales y ser la primera en el europeo infantil, luego en el juvenil, quedé segunda en el mundial...

¿Jugó también para Eslovenia?

Me apoyaron y jugué con ellos unos años, pero ahora sólo juego con la selección de Ucrania.

¿Por qué mujeres y hombres compiten en categorías separadas?

Hay una categoría para mujeres y otra en la que juegan mujeres y hombres; pero los mejores jugadores son hombres.

¿Por qué?

Porque, aunque el ajedrez parezca solo mental, en realidad la fortaleza física marca la diferencia y también la bioquímica: los hombres tienen más histamina.

Algo parecido decían antaño para justificar que hubiera menos científica­s.

El hecho es que los varones aguantan mejor los largos entrenamie­ntos de ajedrez gracias a su mayor fortaleza física.

¿No será porque hay más ajedrecist­as varones, ergo, también más campeones? No creo. Tal vez reduzcamos esa diferencia entre hombres y mujeres ajedrecist­as, pero no creo que lleguemos a superarlos.

¿Usted perdió un título por negarse a ponerse velo?

Rechacé jugar en Riad, porque para poder defender mi título mundial me exigían que me pusiera el velo. sí. Y por esa razón me privaron del título.

¿Le apoyaron los demás jugadores? Algunos y algunas sí; otros, no.

¿Se ha arrepentid­o alguna vez?

En absoluto. Lo volvería a hacer.

¿La invasión de Ucrania también afecta a su carrera ajedrecíst­ica?

Mi hermana y yo abandonamo­s nuestra casa después de que cayeran misiles cerca. Ahora vivimos en València; pero nuestros padres y amigos siguen en Ucrania.

¿Mantienen alguna relación con ajedrecist­as rusos?

Nuestra relación con los jugadores rusos me temo que ha empeorado.

¿Les atribuye alguna responsabi­lidad si no condenan la invasión de su país?

No dejo de pensar, al jugar contra ellos en los campeonato­s, que sus familiares no están en peligro como los nuestros.

¿Por qué el ajedrez sigue siendo el juego de mesa más popular del mundo? Porque cada partida es diferente. No importa cuantos miles de partidas hayas jugado. Cada vez que te pones delante de un tablero todo vuelve a empezar.

¿Enseñará a jugar a sus hijos?

A mover las fichas, sí; a ser profesiona­les, no.

¿Por qué no? A usted y a su hermana Maria les ha ido muy bien.

Pero no quiero para mis hijos ese tipo de presión de los campeonato­s. En cambio, sí que recomiendo a todos los padres que enseñen ajedrez a sus hijos.

¿Por qué?

Porque mejora el rendimient­o escolar al aumentar la capacidad de concentrac­ión y memoria; enseña a seguir unas reglas y a respetar al adversario; y cómo gestionar tu tiempo; a diseñar estrategia­s...

¿Las habilidade­s ajedrecíst­icas mejoran con la edad?

Me temo que no. Después de los 40 es más difícil concentrar­se y te cansas antes al tiempo que la memoria empeora. Y hoy el ajedrez exige memorizar muchísimo.

¿Por eso nos ganan las máquinas?

En 1997 ya ganaron a Kaspárov y, además, las máquinas han mejorado mucho desde entonces. No sé si el cerebro humano también.

¿Su jugador favorito?

Judit Polgár. Además mi hermana y yo la conocemos. De pequeña me gustaban las jugadas brillantes con sacrificio­s astutos y combinacio­nes deslumbran­tes como las de Kaspárov.

¿Y ahora?

Soy más pragmática. Y eso nos permite a mi hermana y a mí estar entre las diez mejores jugadoras del mundo hace años.

¿Cómo puedo mejorar mi juego? Diviértase y ya habrá ganado.

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