Un plan para parar a Vox
Era cuestión de tiempo que Vox reaccionara a la recuperación del PP en las encuestas provocada por la llegada de Alberto Núñez Feijóo. En los últimos días hemos podido comprobar cómo la formación de ultraderecha ha puesto en marcha su maquinaria para buscar el protagonismo que había perdido a raíz del fiasco de su candidata a las elecciones andaluzas, Macarena Olona. Lo hizo aprovechando que en el Congreso se debatía la reforma del Código Penal sobre asuntos que le permiten ejercitar la demagogia intolerante que tan buenos resultados les proporciona. En el hemiciclo lanzó insultos machistas contra la ministra Irene Montero y ayer convocó movilizaciones en varias ciudades contra la supresión del delito de sedición, es decir, Catalunya de nuevo como banderín de enganche. Vox no se ha ido y va a reforzar su táctica de polarización hasta las elecciones generales.
A raíz del lamentable espectáculo del Congreso, se han alzado algunas voces entre los parlamentarios para abordar cómo se puede parar los pies a la formación ultra. Unos reclaman una mayor intervención de la Mesa de la Cámara y otros apuntan que es preciso un cambio del reglamento para castigar de alguna forma a sus diputados. No es un asunto fácil de abordar. Es probable que no exista una solución que evite la expansión de este tipo de opciones políticas. Parece que si se les aísla o se les silencia crecen de igual forma que si se les permite actuar con plena libertad. Sin embargo, si hay que elegir una estrategia a estas alturas de su incrustación en las instituciones, podría decirse que el silencio no es una opción. Al contrario. Cuando se atacan los derechos de los demás, es imprescindible alzar la voz y denunciarlo, sea con solemnidad o ridiculizando sus diatribas, pero no hay que dejar pasar ni una.
Vox juega a irritar a la izquierda y a ofender a la derecha democrática, a humillarlos a todos. Aun así, ha sido imposible que el resto del hemiciclo aúne esfuerzos para combatir con la retórica las falacias y mensajes de odio que lanza Vox. Y es una lástima, porque ellos sí tienen una estrategia.