Zaporiyia necesita ser protegida
Las primeras acciones bélicas afectaron a la zona de exclusión de la central nuclear accidentada de Chernóbil y los centros de investigación nuclear KINR en Kyiv y NSC-KIPT en Járkiv, este último muy dañado por los bombardeos del 3 de marzo y del 25 de junio, pero sin efecto radiológico exterior. El mayor riesgo radiológico actual en Ucrania se debe a la central nuclear de Zaporiyia, con seis reactores de diseño ruso VVER-1000, intervenida militarmente desde marzo, operada por equipos ucranianos y propiedad rusa por decreto desde el 5 de octubre. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) pudo llegar el 1 de septiembre a Zaporiyia y concluyó que sus siete pilares generales de seguridad para evaluar riesgos en contexto bélico estaban comprometidos, y recomendó acciones específicas y establecer una zona de protección de seguridad en torno a la central, ya ocupada por tropas rusas.
Zaporiyia producía el 27% de la electricidad ucraniana y es crucial para el suministro eléctrico de Crimea y el Donbass. Entre el 8 de octubre y el 3 de noviembre, la conexión exterior de alta tensión quedó varias veces fuera de servicio, afectada por bombardeos. El emplazamiento de la central sufrió nuevos bombardeos el 19 y 20 de noviembre que no afectaron a equipos críticos, y el día 23 volvió a perderse la conexión eléctrica exterior. Con todo ello,
La situación operativa de la central nuclear es insostenible a medio plazo
las funciones de seguridad de la central de Zaporiyia dependieron, durante cuatro periodos, y por primera vez en su historia de 37 años, exclusivamente de sus generadores diésel de emergencia para refrigerar sus reactores y combustible gastado, con una clara pérdida del concepto de seguridad en profundidad. Esos ataques a la central y la frecuente pérdida de suministro eléctrico representan una situación totalmente inaceptable. Zaporiyia necesita ser protegida, siendo su situación operativa insostenible a medio plazo.
En el estado actual de los reactores, un accidente tipo Chernóbil no puede ocurrir por razones físicas y tecnológicas, pero si partes esenciales de la central fuesen muy dañadas, habría riesgo de no poder asegurar suficiente refrigeración y acercarse a escenarios con daño en combustibles y emisión de productos radioactivos (niveles 4 o mayores en la escala de sucesos nucleares INES) como en Fukushima. Fugas radioactivas tendrían consecuencias indiscriminadas afectando a varios países y escalando la dimensión de la guerra.
Mientras, técnicos de Zaporiyia abandonaron con sus familias la ciudad de Enerhodar, con problemas de abastecimiento y suministros. A principios de noviembre, un 60% de los once mil empleados anteriores a la guerra seguían en la central y unos cien operadores ucranianos firmaron contratos con la estatal rusa Rosatom para mantener sus puestos, mientras que la operadora rusa Rosenergoatom había implementado una nueva estructura operativa, también con personal ruso y mando en Moscú. A pesar de la profesionalidad de los operadores, esas inseguridades acentúan la fragilidad de la central, dificultan trabajos de mantenimiento y afectan a su seguridad.
Ataques en la inestable red eléctrica desconectaron el 23 de septiembre simultáneamente las otras tres centrales ucranianas, Rivne, Yuzhznoukrainsk y Jmelnitski, que dependieron exclusivamente durante un día de sus generadores diésel de emergencia. Todo ello confirma el riesgo de todas las centrales nucleares ucranianas que actualmente pueden sufrir situaciones reales de emergencia en cualquier momento.c