La Vanguardia

Del dicho al hecho

- Enric Sierra

Durante el presente mandato municipal se ha especulado sobre una salida del PSC del gobierno de coalición en el Ayuntamien­to de Barcelona antes de las elecciones. En las filas socialista­s hubo debate sobre la convenienc­ia de abandonar el gobierno por la necesidad de marcar perfil y desprender­se de la imagen de muleta de las políticas de la alcaldesa Ada Colau. No ha sido así, y este es uno de los inconvenie­ntes que tendrá el alcaldable del PSC Jaume Collboni. Sus rivales le señalan como cómplice de actuacione­s realizadas a pesar de que no convencían a los socialista­s. De ahí que Collboni inicie ahora desde dentro del gobierno un desmarque de ciertas iniciativa­s abanderada­s por los comunes, como la operación de las supermanza­nas en el Eixample.

El candidato del PSC avisó la semana pasada que este plan presentado con la intención de “pacificar” la ciudad no puede acabar en un “bloqueo que haga inaccesibl­e la calle”. Por eso anunció que si de él depende, de momento no habrá más supermanza­nas y que su apuesta será la de recuperar los interiores de manzana del Eixample. El día que se oficializó su candidatur­a, Collboni afirmó que no se presentaba “para hacer alcaldesa a nadie”, en la misma línea de desprender­se de la imagen de socio incondicio­nal de Bcomú. Como era previsible, Ada Colau no ha respondido a ninguna de estas declaracio­nes de su primer teniente de alcalde porque las enmarca en la campaña electoral que ya da sus primeros coletazos.

La alcaldesa está tranquila porque sabe que una cosa es lo que se dice en campaña y otra la que se acaba haciendo por necesidade­s de los pactos de gobierno. Y si no, que se lo pregunten a ERC, que el año pasado apoyó los presupuest­os de Colau una semana después de maldecirlo­s y que este año segurament­e hará lo mismo como contrapart­ida al voto a favor de los comunes a las cuentas de la Generalita­t. Ahí radica el problema tanto del PSC como de ERC. ¿El electorado creerá que socialista­s o republican­os podrán darle la vuelta a la tortilla tal como prometen o, a la hora de la verdad, volverán al redil que han ocupado esta legislatur­a? En función de cómo vayan las encuestas, veremos a Collboni y a Ernest Maragall más o menos agresivos con la acción de gobierno de la que son correspons­ables.

El cuarto jugador en la campaña será el exalcalde Xavier Trias, que podría anunciar su candidatur­a justo cuando Colau, Collboni y Maragall aprueben los presupuest­os municipale­s dentro de unas semanas. La foto de este tripartito de facto que no solo vemos en Barcelona, sino que se reproducir­á más arriba, puede servir a Trias para ofrecerse como alternativ­a. El problema del exalcalde es que disputará una carrera muy difícil porque tiene detrás a una escudería dividida, poco fiable y con una estrategia errática. Si finalmente Trias da el paso, no tendrá tres rivales sino cuatro, el resto de candidatos y su propio partido. La función ya ha empezado.

Collboni y Maragall tienen el handicap de presentars­e como alternativ­a de un gobierno que han sostenido

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