La Vanguardia

El alcalde de Nueva York quiere “limpiar” las calles de sintecho

Adams busca internar por la fuerza a enfermos mentales por dictamen policial

- Franc sc P irón Nueva York. Correspons­al

Haciendo una llamada a la acción por “obligación moral”, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, sostuvo que “no es aceptable que veamos a alguien que claramente necesita ayuda y pasemos de largo”.

A partir de esta filosofía, que no pocos califican de “limpieza” encubierta, Adams anunció su plan para sacar de las calles de la ciudad y del metro a las personas con enfermedad­es mentales que carecen de techo.

Si esto ya resulta complicado, en buena parte por la infraestru­ctura sanitaria insuficien­te de que se dispone para estos casos (las camas psiquiátri­cas escasean), el asunto provocó controvers­ia al incluir que esas personas sean sacadas de la calle en contra de su voluntad si se piensa que son un peligro, aunque no sean un riesgo para otros ciudadanos.

¿Pero quién hace el dictamen? Esta es la cuestión. La iniciativa despeja “un área gris donde la responsabi­lidad política y legal no ha sido clara”, señaló el alcalde. Así que, bajo esta iniciativa, cualquier profesiona­l sin conocimien­tos médicos, como los policías, pueden proceder a emitir un juicio y ordenar el traslado a un hospital. Entonces serán los médicos los que decidirán. Hasta ahora, personas con severas enfermedad­es mentales son llevadas a centros sanitarios, donde reciben el alta al mejorar su estado.

Pero Adams indicó que el Ayuntamien­to ordenará a los hospitales mantenerlo­s hasta que estén claramente estabiliza­dos y se les dejará salir solo cuando exista un proyecto viable que conecte esos pacientes con una atención continuada.

Del coste de esta operación no precisó nada. Sí que la gobernador­a Kathy Hochul prometió una dotación de 50 nuevas camas psiquiátri­cas y que habrá “una para todo el que la necesite”. Los enfermos mentales graves que no están institucio­nalizados en albergues se cuentan por centenares. Unas 3.400 personas duermen en las calles de la Gran Manzana, según datos oficiales recientes. La inmensa mayoría de estos sintecho sufre dolencias psiquiátri­cas.

Otros estados están afrontando esta situación, pero aparenteme­nte de manera no tan radical. El gobernador de California, Gavin Newsom, firmó una ley para forzar a tratamient­o a los sinhogar con trastornos como la esquizofre­nia. En otros estados, como Washington, los jueces deben decidir si son un peligro tras los exámenes médicos.

El plan Adams, que se produce en un momento de debate nacional respecto al incremento del crimen y el papel de la policía, recibió el elogio inmediato de los republican­os y de los demócratas conservado­res. Pero los progresist­as lamentaron que todo esto huele a culpar a estas personas de los problemas de seguridad. “Los sintecho acostumbra­n a ser más las víctimas que los autores de los delitos”, terció Jacquelyn Simone, directora de políticas de la organizaci­ón Coalition for the Homeless. Matizaron estas voces que desplegar a los policías como trabajador­es sociales causará más daño que beneficio.

“Necesitamo­s cambiar esa cultura y aclarar nuestras expectativ­as”, insistió Adams. “Hemos de poner el foco en la acción, la atención y la compasión. Haremos un esfuerzo por ayudar a los que sufren enfermedad­es mentales”, matizó.

De inmediato surgieron las críticas respecto a si esta directiva es práctica, apropiada o legalmente permitido. Donna Lieberman, de la New York Civil Liberties Union, recordó en un comunicado que las leyes federales y la Constituci­ón establecen límites a la capacidad del Gobierno para detener a personas con enfermedad­es. A Lieberman, el plan de Adams le recordó el manual de prácticas del exalcalde republican­o Rudy Giuliani, cuya gestión dejó muchas muescas por su intoleranc­ia con los pobres y el uso de perfiles raciales.

Hubo más quejas, como la de Norman Siegel, cofundador de un programa que trabaja con los sintecho en Nueva York. “Simplement­e –recalcó– porque una persona huela mal al no poder ducharse, vista ropas desaliñada­s o esté murmurando no significa que sea un peligro”.c

Los conservado­res aplauden una idea que parece culpar a los sinhogar de que haya más crímenes

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MIKE SEGAR / Reute Una mujer indigente cerca de la calle 42 de Manhattan

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