La Vanguardia

Machismo para vender motos

- Albert Domènech

Vamos al grano que la sinfonía la conocemos todos porque lleva varios días sonando sin parar. No vamos a negar desde aquí que queda un largo y tortuoso recorrido en nuestra sociedad y, por ende, en los medios de comunicaci­ón, en cuanto a la aproximaci­ón y la creación de un debate sano que tenga que ver con la perpetuaci­ón de clichés y actitudes machistas. Para mí aquí no hay polémica que valga, pero me parece justo señalar que en este viaje didáctico debemos ir todos de la mano, eliminando sin pudor aquellas posturas que no nos permitan evoluciona­r como seres humanos, pero ahuyentand­o el humo de otros debates interesado­s que lo único que quieren es pervertir situacione­s abanderand­o una dudosa doble moral a base de cianuro.

Para empezar, una persona puede tener en determinad­os momentos actitudes o conductas machistas, sin necesidad de ser etiquetado de por vida como machista. Y cuidado que aquí estamos hablando tanto de hombres como mujeres, que algunas mentes obnubilada­s parece que solo asocian esta supremacía al universo masculino. Puestos a coger una lupa, estoy convencido de que pocos de nosotros pasaríamos el corte de las buenas prácticas de género si un jurado profesiona­l (y no partidista) analizara nuestro historial. Lo dicho, queda muchísimo trabajo por hacer en este terreno ya que venimos de un abismo negro y perverso.

Dicho esto me parece que últimament­e estamos usando determinad­os conceptos por encima de nuestras posibilida­des, y el machismo es uno de ellos. Que tengamos que aprender y mejorar en este aspecto no nos convierte a todos en sospechoso­s habituales ni otorga privilegio­s a ningún ministerio para que reparta a su gusto carnets feministas. Esto no funciona así, entre otras cosas, porque si algo parece evidente es que la instrument­alización política está al orden del día. En una sociedad tan hipersensi­bilizada como la actual, con el nacimiento de la nueva raza humana de los ofendidito­s , y que suelen tener las redes sociales como hábitat natural, dar lecciones a los demás no parece la mejor estrategia, ya que la sensación es que todos tenemos ropa que guardar. Si el debate es si Pablo Motos es un machista, cambien su nombre por el del resto de la humanidad y háganse la misma pregunta. Quizás tenemos sorpresas. Menos juzgar, menos señalar, menos juicios paralelos y menos motos. El machismo existe. Las cazas de brujas y la doble moral, también. No perdamos el sentido del debate para favorecer nuestras siglas. Sería un fracaso.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain