El pederasta de la piscina sigue en libertad
Las madres de un grupo de niñas víctimas de abusos sexuales en agosto denuncian que no se tomen medidas
Las cinco niñas tienen entre siete y nueve años. Reciben asistencia psicológica desde verano. “No quiere hablar del tema. Se ha cerrado, pero su profesora me dice que ha cambiado en clase”, cuenta una madre. “Solo me pregunta qué día tiene que declarar. Creo que quiere contarlo ya y olvidarlo”, explica otra. Mientras que la tercera confiesa su impotencia para tratar la cuestión en casa.
Las que hablan para La Vanguardia son tres de las madres del Bages que han presenciado “con impotencia, rabia y muchísimo dolor” como el hombre que presuntamente abuso sexualmente de sus hijas en verano en la piscina municipal de Sant Vicenç de Castellet vuelve a estar en la calle desde el viernes. Las madres aseguran que los abusos relatados por sus hijas se podrían haber evitado. Y lo explican. El individuo no es otro que Carles Sallés Ballbé, de 55 años y vecino de Terrassa, que en el 2015 la Audiencia de Barcelona condenó a 14 años (con siete años y siete meses de estancia máxima en prisión) por abusar sexualmente de cuatro menores de entre 8 y 11 años en el Club Deportiu Terrassa de Hockey.
En agosto, el pederasta gozaba de libertad condicional a la que accedió tras cumplir tres cuartas partes de la condena. Y fue en ese periodo cuando, presuntamente, aprovechó su presencia en la piscina municipal, donde acompañaba a su madre, para realizar tocamientos a las menores.
Los presuntos abusos se destaparon el sábado 27 de agosto cuando una de las niñas llegó a la piscina acompañada de su padre, que la perdió de vista en el momento que se acercó a saludar al socorrista. Al girarse sorprendió a Sallés en el agua agarrando por el culo a su hija. “Mi marido se le acercó a gritos y nuestra hija nos contó que era una amigo suyo con el que jugaba”. En ese instante se encendieron todas las alarmas y poco a poco las madres empezaron a investigar por su cuenta y a tratar de que sus hijas les contaran si jugaban con ese señor. “Le sorprendieron intentando entrar en el vestuario de las niñas”, explica otra de las madres que asegura que el pederasta les realizaba tocamientos bajo el bañador con la excusa de hacer cosquillas. “Si protestaban les amenazaba con ahogarlas si contaban algo”.
Las familias se bloquearon y descubrieron incrédulas que hacía días que circulaba por Sant Vicenç la fotografía de un pederasta, Sallés, del que se sospechaba merodeaba por la población. Al tratarse del hombre de la piscina, las familias acudieron a denunciar a los Mossos d’esquadra que montó un dispositivo para arrestarle. Pero las madres ya habían organizado el suyo y se acercaron a un parque donde se le había visto pasear a su madre. Una de las mujeres le reconoció y le entretuvo mientras avisaba al resto y a la policía, que le detuvo. Eso fue el 30 de agosto. Y por esa detención tras la denuncia de abusos en la piscina, el juez que lo recibió no acordó ninguna medida cautelar. Por eso el viernes pasado el hombre pisó de nuevo la calle pese a tener esta causa pendiente y haber reincidido presuntamente durante la libertad condicional. El propio hijo de Sallés se puso en contacto en agosto con las madres, avergonzado. También lo hizo una de las víctimas del Hockey. Sallés aún tiene pendiente una pena accesoria de siete años de libertad vigilada por la primera condena, pero Justicia todavía no ha decidido los mecanismos para tener al pederasta bajo control. “La he vuelto a cagar”, le confesó a su hijo en verano.
Sallés fue detenido en verano estando en libertad condicional y pese a reincidir no se decretaron medidas