La Vanguardia

El líder que pilotó la apertura de China

- ISMAEL ARANA

El expresiden­te chino Jiang Zemin murió ayer en Shanghái a los 96 años a consecuenc­ia de una leucemia y un fallo multiorgán­ico. Figura clave de la China post Tiananmen, fue el encargado de pilotar la reforma y apertura del país de los años 90 iniciada por su predecesor y mentor, Deng Xiaoping, un periodo de desarrollo fulgurante que sentó las bases del poderío chino actual, pero sobre el que pesan sombras como el auge de la corrupción y las desigualda­des sociales, o los abusos contra los derechos humanos de algunos colectivos señalados.

Nacido en 1926 y miembro del Partido Comunisa chino (PCCH) desde su juventud, este ingeniero electrónic­o sentó las bases de su poder en Shanghái, primero como alcalde y después como secretario general del PCCH en la ciudad, cargo que ocupaba cuando en 1989 estalló el movimiento de protesta de Tiananmen. Pero a diferencia de la sangrienta represión en la capital, Jiang consiguió desactivar pacíficame­nte las manifestac­iones que también se registraro­n en Shanghái.

Elegido secretario general del PCCH ese mismo año, poco a poco fue capaz de fraguar una imagen de líder solvente y mover los hilos para sacar a China del ostambién tracismo internacio­nal. Desde 1993, ya como presidente, consiguió tejer una poderosa red de influencia­s que alcanzó a todos los segmentos del país, desde la economía al ejército, y que pervivió hasta la llegada del actual líder, Xi Jinping.

Tras haber forjado la imagen de un gigante global accesible y favorable a los negocios, Jiang dejó el poder formalment­e en el 2003 con la locomotora del crecimient­o a todo gas. Entre los hitos de su mandato destaca la culminació­n de la retrocesió­n de Hong Kong (1997) y Macao (1999), el acceso de China a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (2001) o la elección de Pekín como sede para los Juegos Olímpicos del 2008.

Sin embargo, su mandato también evidenció los graves desequilib­rios del modelo de crecimient­o a toda costa, con un auge explosivo de las desigualda­des sociales, los daños ambientale­s o altos índices de corrupción. pesan sobre sus espaldas las campañas contra los activistas tibetanos o los miembros de la organizaci­ón religiosa Falun Gong.

Con sus perennes gafas de pasta oscuras, Jiang rompió el molde tradiciona­l del rígido líder chino. Afable y cercano, protagoniz­ó momentos memorables como cuando se arrancó a cantar en compañía de Julio Iglesias y Hugo Chávez en una de sus visitas a América Latina, o interpretó O sole mio frente al tenor Luciano Pavarotti. En España, en 1996, sorprendió a todos al sacar un peine del bolsillo para acicalarse con el rey Juan Carlos I a su lado.

El exmandatar­io apareció en público por última vez en octubre del 2019 durante la celebració­n del 70.º aniversari­o de la proclamaci­ón de la República Popular China. Ayer, medios estatales y otras páginas web se tiñeron de blanco y negro como señal de homenaje, mientras que por redes circulaban imágenes de sus episodios más recordados. En un momento delicado por las recientes protestas anticovid, está por ver cómo gestionan las autoridade­s sus exequias para evitar que se conviertan en una vía por la que los críticos puedan airear su descontent­o.

Rompió moldes como político y forjó un modelo de desarrollo a toda costa que creó desigualda­d y corrupción

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Mee Jin-man / AP

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