Alta sofisticación
Melody Gardot Lugar y fecha: FeLa música fue la terapia que ayudó a recuperar a Melody Gardot, tras ser atropellada a los 19 años por un automóvil cuando paseaba en bicicleta y quedar gravemente herida. Poco más de tres lustros después, esta cantante de Nueva Jersey se ha consolidado como una de las voces de referencia dentro del universo jazzístico.
Dotada de una voz ligeramente oscurecida, un fraseo delicadamente matizado y una gran claridad técnica, Gardot combina en su repertorio composiciones originales con estándares e incursiones en la música brasileña y el pop. Todo ello, envuelto en ricas orquestaciones, como el octeto que la arropó en el Palau de la Música, y que contó con el saxo Irwin Hall y su ya habitual sección de cuerda armenia, y donde eran novedad el percusionista Jorge Bezerra, el contrabajista Christopher Thomas y el pianista francobrasileño Philippe Powell (hijo del legendario guitarrista Baden Powell) con quien ha trabajado en su último álbum Entre eux deux (2022).
Jaleada por un público entregado, Gardot abrió la sesión con una minimalista interpretación del añejo espiritual Wayfaring stranger. Para seguir con una singular versión en clave brasileña del C’est magnifique popularizado en su día por Ella Fitzgerald, con el pianista Philippe Powell ejerciendo de segunda voz y las deliciosas intervenciones de Irwin Hall a la flauta.
Moviéndose con suma elegancia, y tras presentar a los músicos, Gardot nos deleitó luego con una fabulosa y altamente jazzística Love song, que se benefició de los excelentes solos de Hall con el saxo y del chelista Artyom Manukyan. Poco después la cantante abandonó la escena para propiciar un excitante dúo entre el pianista Powell y el explosivo percusionista Jorge Bezerra. Ya de nuevo en liza, Gardot se marcó un exquisito This foolish heart could love you acompañada por Powell, con quien cantó a dúo Samba em preludio en francés y portugués. Antes de redondear esta noche de alta sofisticación musical con Morning sun, sentada al piano, y un swingante Les etoiles reminiscente del Hot Club de France, que levantó al público de sus asientos.c
La música fue la terapia que ayudó a recuperar a Melody Gardot, tras ser atropellada a los 19 años por un automóvil cuando paseaba en bicicleta y quedar gravemente herida. Poco más de tres lustros después, esta cantante de Nueva Jersey se ha consolidado como una de las voces de referencia dentro del universo jazzístico.
Dotada de una voz ligeramente oscurecida, un fraseo delicadamente matizado y una gran claridad técnica, Gardot combina en su repertorio composiciones originales con estándares e incursiones en la música brasileña y el pop. Todo ello, envuelto en ricas orquestaciones, como el octeto que la arropó en el Palau de la Música, y que contó con el saxo Irwin Hall y su ya habitual sección de cuerda armenia, y donde eran novedad el percusionista Jorge Bezerra, el contrabajista Christopher Thomas y el pianista francobrasileño Philippe Powell (hijo del legendario guitarrista Baden Powell) con quien ha trabajado en su último álbum Entre eux deux (2022).
Jaleada por un público entregado, Gardot abrió la sesión con una minimalista interpretación del añejo espiritual Wayfaring stranger. Para seguir con una singular versión en clave brasileña del C’est magnifique popularizado en su día por Ella Fitzgerald, con el pianista Philippe Powell ejerciendo de segunda voz y las deliciosas intervenciones de Irwin Hall a la flauta.
Moviéndose con suma elegancia, y tras presentar a los músicos, Gardot nos deleitó luego con una fabulosa y altamente jazzística Love song, que se benefició de los excelentes solos de Hall con el saxo y del chelista Artyom Manukyan. Poco después la cantante abandonó la escena para propiciar un excitante dúo entre el pianista Powell y el explosivo percusionista Jorge Bezerra. Ya de nuevo en liza, Gardot se marcó un exquisito This foolish heart could love you acompañada por Powell, con quien cantó a dúo Samba em preludio en francés y portugués. Antes de redondear esta noche de alta sofisticación musical con Morning sun, sentada al piano, y un swingante Les etoiles reminiscente del Hot Club de France, que levantó al público de sus asientos.c