La Vanguardia

El ‘regalo’ envenenado de Makkelie

Messi alimentó su leyenda negra con los penaltis fallando ante Szczesny y luego se obcecó con el gol sin suerte

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Como hace cuatro años. Como tantas otras veces. Como ante el PSG en 2012. Como ante Chile en 2016. Leo Messi es un extraterre­stre y cuando la nave nodriza regrese a buscarle para llevárselo de vuelta a su planeta el fútbol se verá obligado a lucir un crespón negro durante mucho tiempo. Pero existe una pequeña circunfere­ncia pintada con cal sobre el césped de los terrenos de juego que le humaniza. Segurament­e, el único lugar donde no es del todo feliz con un balón. Es el pelo de Sansón. La kryptonita de Superman. El carbón de los Reyes Magos. El punto de penalti. Desde los once metros nacen algunos de los peores recuerdos de la Pulga en toda su carrera, alimentado­s de nuevo ayer contra Polonia.

Ni siquiera rodeado de contenedor­es, los que forman la estructura del Estadio 974 a orillas del mar Arábigo, Messi fue capaz de encontrar la paz suficiente para sacudirse una carga que le persigue desde hace más de una década. Fue un regalo envenenado el de Makkelie, dejarle en bandeja abrir el marcador. Llamado a filas por el VAR por un contacto involuntar­io producto de la física entre Szczesny y el propio Messi, el colegiado neerlandés optó por señalar el punto de penalti incluso viendo por televisión una acción que no puede suponer tanto castigo nunca jamás.

Messi agarró el balón y lo plantó, mientras Lewandowsk­i se cruzaba con su portero y le chivaba algo al oído. Funcionó porque el rosarino se aferró a su disparo de confianza, cruzado a media altura, y Szczesny le leyó el pensamient­o, completand­o una parada estratosfé­rica. Pero Messi ya no es denostado en su país, ganar la Copa América, su primer título con la albicelest­e, le ha despojado de dudas y críticas por igual. Y el calor que recibió del público tras su error así lo confirmó, teñido el 974 de azul y blanco prácticame­nte en su totalidad.

La de ayer fue la segunda pena máxima fallada por Leo en un Mundial, igualando las dos del ghanés Gyan, en uno de los pocos récords negativos que atesora. La primera tuvo lugar hace cuatro años, cuando falló ante Islandia en la primera jornada del Mundial de Rusia, condenada Argentina finalmente a medirse (y a perder) con Francia en octavos. Un rival que esta vez evitará gracias a su triunfo, más que justo, ante Polonia. La campeona del mundo queda al otro lado del cuadro. Siempre es un alivio. Incluso para Messi.

Así, el sueño de ganar su primer Mundial, de despojarse por fin de no estar a la altura de Maradona –afirmación del todo discutible–, sigue más vivo que nunca. Falló el penalti pero no dejó de mirar a Szczesny, de intentar batirle cada vez que cabalgaba con el balón. Pero no tuvo suerte.

Anoche la gloria no estaba reservada para el 10. El destino le espera en futuras citas. Esta vez le tocaba a otros. A Mac Allister primero y, sobre todo, a Julián Álvarez. El delantero del Manchester City, de 22 años, firmaba el definitivo 2-0 tras recibir un pase de Enzo Fernández (21). Los dos, producto de la interminab­le cantera del River Plate, forman la conexión que hace soñar a todo un país. A su sexto partido con la absoluta, Fernández fue titular por primera vez y se llevó una ovación al ser sustituido como si llevara toda una vida vistiendo la albicelest­e. La fe de Argentina es interminab­le.n

Con 0-0 el colegiado neerlandés fue llamado por el VAR para señalar un penalti de lo más discutible

Argentina sueña con la conexión ‘millonaria’ Enzo Fernándezj­ulián Álvarez para darle el título a Messi

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