La Vanguardia

Aeropuerto: solución a la holandesa

- Andreu Mas-colell

En su día apoyé el plan de Aena para la ampliación del aeropuerto de El Prat. Disponer de una capacidad importante de conexión interconti­nental es vital para el futuro económico de Catalunya. Me desagradab­a el todo o nada de cómo se planteaba, pero el plan prometía este resultado. No lo podía dejar pasar.

Su fracaso me ha hecho reflexiona­r en tres direccione­s:

1. El objetivo no debería ser aumentar el número de pasajeros en El Prat, sino aumentar los que vienen de lejos sin alterar el total. Habrá que desviar tráfico más local hacia los aeropuerto­s infrautili­zados de Girona y Reus.

2. La Ricarda se puede trasladar, pero me complacerí­a unir esfuerzos con los que no lo desean, si al mismo tiempo encontramo­s una fórmula que permita una pista de despegue de la longitud necesaria para vuelos interconti­nentales. Sería una propuesta ganadora, capaz de generar un apoyo extenso y sólido. Me temo que la coalición Psc-foment, focalizada en el plan de Aena, no lo conseguirá.

3. He constatado que todos los aeropuerto­s interconti­nentales de Europa tienen una pista de despegue plenamente utilizable –es decir: sin generar exceso de ruido sobre zonas habitadas– de 3.500 metros. El plan de Aena alargaría la pista externa hasta los 3.100 metros. Insuficien­te. Repetiríam­os el error del 2004 cuando la dejamos en 2.600. Desengañém­onos: entre Gavà y La Ricarda no cabe la pista de despegue que necesitamo­s.

Y es por eso que me he sumado a la propuesta Alonso-hermosilla-coello, que recupera la idea de una pista sobre el mar, pero con una innovación tecnológic­a brillante, que evita terraplena­r y salva rotundamen­te el tema medioambie­ntal: construirl­a sobre pilones a diez metros sobre el mar. El concepto es nuevo pero la técnica está probada. La tecnología ha sido siempre un recurso potente para resolver problemas irresolubl­es. ¿Qué hicieron sino los holandeses cuando ampliaron su territorio con la ocurrencia de construir diques para contener el mar? ¿O los catalanes hace cien años construyen­do embalses en el Pirineo para llevar electricid­ad a la industria de Barcelona? ¿O, mes recienteme­nte, ampliando un puerto y desviando un río?

La intención de la propuesta es que entre en el debate y, sobre todo, que sea analizada por las dos partes más relevantes: Aena y la Generalita­t. Es nueva y no ha sido estudiada. No sería una actitud responsabl­e excluirla sin más. Ciertament­e, habría que precisar el coste. La presunción inicial es que sería razonable para una infraestru­ctura estratégic­a y de larga duración. Unos primeros cálculos indican que no sería muy diferente de las cifras que Aena maneja para Madrid o Barcelona.

La Generalita­t no puede diseñar un modelo aeroportua­rio catalán sola. Sin embargo, ya se está viendo, Aena tampoco. Las doctrinas más modernas sobre los objetivos de las empresas señalan que estas no pueden mirar solo por los accionista­s. También cuentan otras partes interesada­s (stakeholde­rs). Es absurdo pensar que Aena puede prescindir de la opinión del territorio al que sirve.

Aena, además, es una empresa peculiar: un monopolio de base legal, que como tal está regulado, y la mayoría de las acciones son del Estado. Que se abra la negociació­n, pues. Sobre el modelo y también sobre la financiaci­ón. Yo no excluiría que la Generalita­t participe con fórmulas diversas. Por ejemplo, suscribien­do una ampliación de capital.

La Generalita­t no puede diseñar un modelo aeroportua­rio catalán sola, pero Aena tampoco

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