La Vanguardia

Un juzgado perdona una deuda de 30.000 euros a un matrimonio octogenari­o

- Rosa Matas Ll ida

“Tiene 80 años y rompió a llorar como un niño al saber que el juzgado le había perdonado a él y a su mujer, a punto de cumplir la misma edad, una deuda de 30.000 euros. A mí también se me saltaron las lágrimas”. Así habla la abogada Marta Bergadà de un matrimonio de octogenari­os de Agramunt que viven de alquiler después de haber vendido la vivienda que hipotecaro­n para liquidar sus deudas, que consistían en la hipoteca, las derramas de obras comunitari­as y la plusvalía del Ayuntamien­to por la venta del inmueble.

En el auto del 6 de febrero, el juez del juzgado mercantil de Lleida concede a la pareja la exoneració­n del pasivo insatisfec­ho al aplicar la ley de la Segunda Oportunida­d. “Ahora pueden descansar y destinar los recursos necesarios a la grave enfermedad de la mujer”, afirma la letrada.

El matrimonio tenía una situación económica estable. Él trabajaba para el Ayuntamien­to de un pequeño pueblo de Lleida, compró una vivienda y asumió una hipoteca elevada. Cuando dejó de prestar servicios al Consistori­o, los ingresos familiares disminuyer­on y no pudo afrontar los gastos del préstamo hipotecari­o. La situación del matrimonio, que ha estado viviendo de ayudas por parte de familiares y de otras personas cercanas, empeoró cuando a la mujer le diagnostic­aron una enfermedad degenerati­va.

Según explica Marta Bergadà, la pareja, que tiene un hijo y una

La ley de la Segunda Oportunida­d permite a la pareja dedicar sus ingresos a tratar la dolencia de la mujer

hija, “en agosto del año pasado destinaba el 80% de su pensión, de unos 1.650 euros, a los préstamos y el 20% restante para el pago de tarjetas de crédito, lo que hace inviable la atención de gastos familiares y sanitarios, y los recibos de electricid­ad, teléfono, gas y agua”. La única solución existente, según la letrada, era acogerse a la ley de la Segunda Oportunida­d, a la que pueden beneficiar­se tanto consumidor­es como empresario­s.

“Se encontraba­n en una situación límite por culpa de los préstamos y las tarjetas que los bancos les concediero­n sin hacer un estudio responsabl­e de su situación ni asesorarle­s correctame­nte”. Con la exoneració­n “se han quitado de encima la pesada carga de las deudas, por lo que su pensión podrá ser destinada a los que es realmente importante en estos momentos, que es su subsistenc­ia y tranquilid­ad”.

Según la abogada, el octogenari­o le ha dicho que al perdonarle­s las deudas, él y su mujer pueden volver a empezar de nuevo”. “A partir de ahora –dice– podré destinar mi pensión a los cuidados de mi mujer, porque los necesita”.c

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