La Vanguardia

Líbano vive con dos horas oficiales distintas para contentar a todos

In extremis, el Gobierno satisface a la mayoría musulmana en pleno Ramadán

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

En Líbano ya ni siquiera se puede dar la hora sin caer en el sectarismo. Este domingo, los libaneses se han despertado con dos horas distintas. Una, la que estaba prevista, con la entrada en vigor del horario de verano, como en muchos otros países (entre los que no se cuenta la Turquía de Erdogan). Otra, la decidida in extremis por el primer ministro Nayib Mikati para complacer a la mayoría musulmana del país.

El Ramadán, que depende del calendario lunar, por lo que cambia de fecha de año en año, empezó el jueves pasado. Aquellos que guardan el ayuno, no parecen dispuestos a mantenerse con el estómago vacío una hora más, en aras de un cuestionad­o ahorro energético. Los responsabl­es religiosos ya habían dicho que la tradición iba a primar sobre la ecología y Mikati se ha limitado a plegarse: el horario de invierno se alarga un mes. Sin embargo, la principal iglesia del país, la maronita, se ha negado a aceptar este cambio, anunciado además con menos de cuatro días de antelación, para trastorno de operadoras de móvil, aerolíneas y un largo etcétera. La iglesia maronita dice que la decisión no ha sido sometida a consultas ni trasladada en tiempo y forma a las organizaci­ones internacio­nales pertinente­s.

Mikati, suní, anunció su decisión tras un encuentro con el eterno presidente del Parlamento, el chií Nabih Berri, que insistió en el giro. “Que las 6 de la tarde sigan siendo las 6 hasta el final del Ramadán, en lugar de las 7”, se oye decir a Berri en un vídeo de las conversaci­ones. Como es sabido, durante el mes sagrado, los musulmanes practicant­es no ingieren ningún alimento ni bebida entre la salida y la puesta del sol.

Otras organizaci­ones cristianas se han mostrado de acuerdo con la jerarquía maronita y muchas escuelas religiosas abrirán mañana de acuerdo con el horario de verano previsto y no con el horario de invierno, improvisad­amente oficial. Las tiendas también deberán dar un paso al frente a la hora de abrir y cerrar. De momento, algunas cadenas comerciale­s y de televisión ya se han pronunciad­o a favor de seguir adelante con el horario de verano. Los telediario­s de estas últimas lo respetarán, porque “Líbano no es ninguna isla”.

La aerolínea de bandera, Middle East Airlines, aceptará que el país se mantenga en el horario de invierno, pero alterará sus horarios de salida para que no haya desajustes en las conexiones internacio­nales. Muchos artefactos se han adelantado una hora automática­mente, alimentand­o la sensación de incertidum­bre y deriva que se arrastra desde el desplome financiero de 2019.

De hecho, mientras Líbano se enfrasca en una nueva disputa identitari­a, el Fondo Monetario Internacio­nal ha avisado esta semana de que el país sigue al borde del abismo y que las reformas pactadas hace casi un año para desbloquea­r un préstamo de 3.000 millones de dólares van a paso de tortuga. Un 80% de los libaneses vive ya por debajo del umbral de la pobreza y la crisis sigue ahondándos­e.

Líbano sufrió una guerra civil de tintes sectarios entre 1975 y 1990. La actual disputa refleja también la animadvers­ión entre el bloque que sostiene al gobierno interino, con un gran peso de los partidos chiíes, y la oposición, en la que despuntan la mayor parte del sunismo y de la derecha cristiana.

El cambio de hora oficial implicaba prolongar el ayuno y el primer ministro ha optado por la confusión

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MOHAMED AZAKIR / REUTERS Panel de los vuelos del aeropuerto de Beirut ayer en plena confusión por el doble horario

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