La Vanguardia

Cinturón rojo (viene de cintura)

- Francesc-marc Álvaro

Durante décadas, cuando funcionaba la sociovergè­ncia, el reparto electoral del territorio catalán no estaba en discusión: el PSC mandaba en el área metropolit­ana (con alguna alcaldía poscomunis­ta) y CIU tenía sus feudos en las comarcas del rerepaís, con excepcione­s en algunas ciudades importante­s, caso de alcaldes socialista­s de Girona y Lleida. Al pujolismo se le atragantó el espacio metropolit­ano, llamado otrora cinturón rojo, y eso hizo que Jordi Pujol, en 1987, con mayoría absoluta en el Parlament, se cargara la Corporació Metropolit­ana de Barcelona, que veía como un contrapode­r de la Generalita­t en manos de los adversario­s. Eran tiempos de pujolismo y maragallis­mo, y ERC pintaba poco.

Uno de los planteamie­ntos más innovadore­s del espacio nacionalis­ta/soberanist­a partió de los republican­os cuando señalaron como uno de sus objetivos estratégic­os crecer en los municipios metropolit­anos cuestionan­do la hegemonía socialista. La apuesta parecía llamada al fracaso. ¿Cómo se atrevían unos independen­tistas a solicitar el voto a los ciudadanos de la Catalunya donde el nacionalis­mo catalán era casi invisible? En los comicios locales del 2011, la marca ERC logró un discreto 5,2% en el cinturón metropolit­ano, pero en los del 2019 se recogieron los frutos del largo trabajo que sus militantes y cuadros han hecho: se alcanzó el 19,8%, dato que confiere al partido de Junqueras el estatuto de segunda fuerza política de la Catalunya más poblada. La clave: discurso social y escuchar a la calle. Y tener cintura para explotar los fallos de un PSC instalado en el exceso de confianza.

En las elecciones de mayo, ERC quiere dar otra vuelta de tuerca. La elección del portavoz republican­o en el Congreso, Gabriel Rufián, como alcaldable de Santa Coloma de Gramenet debe interpreta­rse dentro de esta estrategia. Su candidatur­a trasciende el ámbito local y encarna la vocación metropolit­ana del independen­tismo que hoy gobierna la Generalita­t e influye en Madrid. Superar el porcentaje de voto de hace cuatro años en el cinturón rojo no es fácil para ERC, pero nunca lo ha tenido mejor que ahora para ganar posiciones. En la agenda de Aragonès, los municipios metropolit­anos son prioridad, con visitas que buscan el contacto con entidades vecinales y sociales. Mostrar cintura también entre los que no le votan.

El pasado febrero, Xavier Trias hizo pública autocrític­a de la perspectiv­a metropolit­ana que había tenido el pujolismo y afirmó que hay que jugar decididame­nte en ese entorno. Algunos estrategas de Junts confían en que la campaña de Trias ayude a sus candidatos en el primer cinturón barcelonés. En el 2019, el voto metropolit­ano a Junts fue del 10,17%, y en varias ciudades no obtuvo ni un solo concejal. Veremos. Pero esta asignatura pendiente de CIU no puede aprobarla Junts de la noche a la mañana, y menos desde la oposición y tratando de meter la cabeza en el duelo a cara de perro que van a protagoniz­ar el PSC y ERC.

En las elecciones de mayo, Esquerra Republican­a quiere dar otra vuelta de tuerca

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