La diplomacia del lobo chino

Tras la celebración del congreso del Partido Comunista y del plenario de la asamblea nacional, la China que dirige con poder omnímodo Xi Jinping se ha puesto como uno de sus principales objetivos estratégicos hacer que su política exterior, su acción diplomática, desempeñe un papel decisivo y determinante en el diseño de un nuevo orden mundial más favorable a sus intereses. una nueva geopolítica en la que estados unidos, y occidente en general, sean vistos como actores que solo se mueven por su propio beneficio y que ignoran o menosprecian las necesidades y las opiniones de otras zonas del planeta.

La determinación de Xi de querer tener un papel de mediador en la guerra de ucrania, presentando un plan de paz de doce puntos e insistiendo en que quiere ser un actor neutral, se enmarca en esta nueva estrategia. ello no oculta que en la práctica –y aunque sea por una cuestión de conveniencia– Pekín está apoyando claramente a Moscú y su plan no sirve para negociar la paz. el objetivo del líder chino con esta pretendida propuesta mediadora es fortalecer, desde una posición dominante, su relación con rusia y su influencia e imagen ante muchos países emergentes y en vías de desarrollo en los que China se está implantando paulatinamente. Lo hace ampliando sus tentáculos económicos, comerciales y diplomáticos para garantizarse el respaldo de estos países y su alineamiento en contra de las políticas diseñadas por Washington.

estos estados del sur Global, de África y de Latinoamérica ven la guerra de ucrania como algo lejano, pero cuyas consecuencias padecen, y creen que occidente es ajeno a sus problemas. China se presenta como un socio dispuesto a invertir, a hacer negocios sin plantear reticencias por la calidad democrática de esos países y prometiendo resultados rápidos.

Hace unos días se anunció que, gracias a la mediación china, arabia saudí e Irán habían acordado restablecer sus relaciones. sin duda, un triunfo importante de la diplomacia de Pekín, que además está invirtiendo en proyectos de infraestructuras y tecnológicos en el golfo Pérsico y, punto importante, pasa a ocupar el lugar del que estados unidos había gozado en la región. arabia busca nuevas alianzas, y China ya se ha convertido en el mayor cliente del crudo saudí.

China financia infraestructuras de muchos países africanos, de asia Central, del sudeste asiático, de Latinoamérica –entre ellos, los del eje bolivariano– y de Micronesia. Más de 70 países tienen con China una deuda equivalente al menos al 5% de su PIB. La dimensión de la presencia china en el mundo es enorme, y a medida que avanza su penetración en esos países va ganando cuotas de poder, y no solo económico. Pekín no aspira únicamente a exportar su economía, sino a promocionar su sistema político y su visión de un mundo donde prime el interés nacional de cada país y se olviden valores universales como los derechos humanos.

Xi pretende acabar con el actual orden mundial liderado por Washington y convertirlo en uno nuevo multipolar, y para ello cuenta con el apoyo de Putin, que comparte esa visión. acabada la época de aislamiento por su política de covid cero, China quiere jugar fuerte en el mundo. Ha presentado la llamada Iniciativa de Civilización Global, que defiende que los estados no deben imponer sus valores o modelos a los demás ni alimentar la confrontación ideológica. una visión transnacional del mundo que cada vez comparten más líderes autocráticos del planeta. el sur Global tendrá un lugar central en la política exterior china. Del 2023 al 2025, la presidencia del G-20 será ocupada por India, Brasil y sudáfrica.

el gigante asiático está decidido a cambiar el actual orden mundial utilizando sus crecientes capacidades económicas, diplomáticas y militares. Busca socios que defiendan sus intereses nacionales en la escena internacional, intenta reducir la capacidad de influencia de estados unidos y refuerza sus vínculos con países antagónicos a Washington.c

Pekín quiere diseñar con su política exterior un nuevo orden mundial