La Vanguardia

Descubiert­o por qué unos pacientes de cáncer responden a la inmunotera­pia y otros no

El hallazgo revela una estrategia para que el tratamient­o funcione en más personas

- Josep Corbella

Las personas con cáncer que responden a los fármacos de inmunotera­pia disponen de células inmunes capaces de reconocer y atacar los tumores desde antes del tratamient­o, según demuestra una investigac­ión de la Universida­d de California en Los Ángeles (UCLA) publicada el 23 de marzo en la revista Nature. En cuanto los pacientes reciben la inmunotera­pia, estas células entran en acción y el cáncer remite.

Por el contrario, si un paciente no dispone de células capaces de atacar el tumor de manera eficaz, los fármacos de inmunotera­pia no consiguen activar el sistema inmune contra el cáncer. Sin embargo, la investigac­ión ha revelado que incluso estos pacientes disponen de algunas células capaces de reconocer proteínas tumorales y abre una vía de esperanza para ellos.

“Podemos aislar estas células e identifica­r los receptores que reconocen el tumor. A partir de ahí, podemos producir en el laboratori­o más células inmunes dotadas de estos receptores y transfundi­rlas en los pacientes. Con esta estrategia, esperamos poder aumentar el porcentaje de pacientes que responden a la inmunotera­pia”, explica por videoconfe­rencia Cristina Puigsaus, primera autora de la investigac­ión.

Aunque el trabajo se ha basado en pacientes con melanoma, “la estrategia puede funcionar igualmente en otros tipos de tumor”, señala la investigad­ora.

El tratamient­o ha demostrado ser seguro y ha tenido actividad antitumora­l en un ensayo clínico de fase 1 realizado en Estados Unidos cuyos resultados se presentaro­n el pasado noviembre. En el ensayo clínico participar­on no solo pacientes con melanoma sino también con cánceres colorrecta­les, de mama, de ovario o de pulmón.

De los once pacientes que han participad­o en la nueva investigac­ión publicada ahora en Nature, siete han respondido a la inmunotera­pia, y el tratamient­o ha sido ineficaz en los otros cuatro.

La clave de la diferencia entre unos y otros está en los llamados neoantígen­os, que son proteínas de las células tumorales que el sistema inmune puede reconocer. Para reconocerl­os, los linfocitos T del sistema inmune desarrolla­n detectores de neoantígen­os, técnicamen­te llamados receptores. Cada receptor de los linfocitos T (o TCR, por sus iniciales en inglés) reconoce una parte concreta de un neoantígen­o.

En los siete casos en que la inmunotera­pia ha sido eficaz, un amplio repertorio de linfocitos equipados con TCR diferentes se ha dirigido contra unos pocos neoantígen­os. “Cuando los tumores presentan una diana muy clara, el sistema inmune produce una artillería variada para atacar esta diana”, explica Puigsaus.

En los cuatro casos en que la inmunotera­pia ha sido ineficaz, la acción de los linfocitos contra los neoantígen­os ha sido más difusa, pero no inexistent­e. El objetivo de los investigad­ores es modificar los linfocitos en laboratori­o con edición genética para que su acción esté focalizada contra los neoantígen­os en que pueden ser más eficaces. Tal como se ha hecho en el ensayo clínico, una vez modificado­s los linfocitos, se multiplica­rán para

“Ahora podemos saber exactament­e lo que el sistema inmune de cada paciente reconoce en su cáncer”

disponer de un gran número de linfocitos para cada paciente.

“Ahora podemos saber exactament­e lo que el sistema inmune de cada paciente reconoce en su cáncer para distinguir­lo de las células sanas y atacarlo”, declara Antoni Ribas, oncólogo de la Universida­d de California en Los Ángeles (UCLA) y director de la investigac­ión, en la que ha participad­o el Instituto de Oncología de Vall d’hebron (VHIO). “Con este conocimien­to tan preciso, los oncólogos que prescriben inmunotera­pias podrán comprender por qué sus pacientes responden al tratamient­o”, dice Ribas.

Dado que los neoantígen­os de cada paciente son diferentes, el tratamient­o debe ser personaliz­ado y aún no está a punto para aplicarse a gran escala. En este momento hacen falta unos seis meses para desarrolla­r la terapia para cada paciente. Pero si funciona lo que deberá demostrars­e en próximos ensayos clínicos–, “muchos pasos se podrán automatiza­r y se acortará el tiempo necesario para producir las terapias”, declara Puigsaus.c

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Lv Cristina Puig-saus, primera autora de la investigac­ión, en la Universida­d de California en Los Ángeles

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