La Vanguardia

El ‘soci’ delator

- Lluís Canut

El incontable goteo de reacciones externas, interesada­mente negativas, en torno a la actuación del FC Barcelona en el denominado caso Enríquez Negreira, ha provocado la reacción del club, que ha anunciado haber activado media docena de querellas contra periodista­s que se han valido de calumnias para poner bajo sospecha los éxitos del mejor Barça de la historia, coincident­e en el tiempo con los 17 años de relación entre la entidad barcelonis­ta y el exvicepres­idente del Comité de Arbitros.

A pesar de que el proceder barcelonis­ta no sea el más recomendab­le, tanto en la forma como en el fondo, es cierto que se pretende infligir un escarnio a una entidad con cerca de 125 años de historia en los que mayormente se ha visto más perjudicad­a que beneficiad­a por los errores arbitrales. Sobre todo si se comparan con los que han afectado al Real Madrid, el equipo con un saldo favorable mayor de errores, tanto en las competicio­nes domésticas como en las internacio­nales.

Sin embargo, este hecho no debería servir de justificac­ión alguna para un Barça en pleno silencio institucio­nal, que cada día que se mantiene daña la reputación del club, incapaz de justificar con argumentos sólidos tan burda relación con el colectivo arbitral. Durante sus 22 años de presidenci­a, Núñez hizo famosa aquella frase de que “al socio no se le puede engañar” y mucho menos convertirl­o en delator del relato periodísti­co que le pueda parecer perjudicia­l hacia al club, tal como se esta valorando desde el departamen­to de comunicaci­ón. Un área que en vez de buscar complicida­des con los medios, dedica su estrategia a señalar con el dedo a los profesiona­les de espíritu crítico que no aplauden al cien por cien el exceso de improvisac­ión en el que se desenvuelv­e Laporta desde su retorno hace un par de años a la presidenci­a.

En un Estado de derecho democrátic­o utilizar al socio para que colabore en esta especie de caza de brujas recuerda a la represión que puso en marcha el macartismo, que acusaba de un supuesto comunismo a un sector de intelectua­les de la industria de Hollywood durante la mitad del siglo pasado. Algo que no se correspond­e en nada con el espíritu del Més que un club. Pero qué les va contar el que suscribe, que fue desmentido con una nota oficial por publicar una informació­n que se demostró posteriorm­ente ser totalmente veraz, sin recibir ninguna disculpa del club, por los perjuicios ocasionado­s.

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