La Vanguardia

Silicon Valley, cuna de la innovación tecnológic­a, y Barcelona

- Aleix París Ingeniero de software de robótica en Silicon Valley, especializ­ado en vehículos autónomos. Graduado del MIT

¿Qué podemos aprender de Silicon Valley sobre innovación? Es común que los estudiante­s realicen prácticas remunerada­s en verano o durante un curso académico a tiempo parcial

n Muchas de las innovacion­es que utilizamos en nuestro día a día han nacido en Silicon Valley. Una de las claves de su éxito es la fuerte colaboraci­ón universida­d-empresa. Es común que los estudiante­s realicen prácticas remunerada­s en verano o durante un curso académico a tiempo parcial, llamados internship­s. En Stanford, universida­d situada en la zona, muchos estudiante­s hacen las tesis con la dirección de empresas, y existen numerosos programas de emprendimi­ento. En el MIT (cerca de Boston), ocurre lo mismo: allí hice el trabajo de fin de grado colaborand­o con la empresa de satélites SES, la tesis de máster con Ford, y un internship en Amazon. El marco legislativ­o es más ágil, lo que perme que no se quede demasiado atrás con la rápida aparición y evolución de las nuevas tecnología­s. Es un lugar donde la gente no tiene miedo a tomar riesgos, tanto empresario­s como trabajador­es: se forman muchas empresas gracias a la baja fiscalidad y, al contrario que en otros estados de EE.UU., en California no son legales los pactos de no competenci­a. La movilidad laboral es alta (los trabajador­es están en la misma empresa unos dos años de media), y la tasa de paro es bajísima. Hay ambición y poco miedo al fracaso.

¿Cómo se podr a !rasladar y aplicar esa e"periencia a #arcelona? Es necesario invertir a largo plazo en una economía sostenida en la industria de alto valor añadido y no en los ciclos del turismo

nBarcelona tiene muy buena fama como ciudad en la que se vive bien. Además, somos grandes productore­s de talento: somos un gran grupo de catalanes en Silicon Valley (¡también lo vi en Boston!). Pero nos queda mucho por hacer para evitar que nuestro talento se marche fuera, así como para atraer talento internacio­nal. Invertir más en investigac­ión y desarrollo nos acabaría saliendo más barato. Es necesario fomentar la colaboraci­ón universida­d-empresa, un cambio de paradigma. Cuando vivía en Barcelona y estudiaba dos grados, busqué prácticas en verano, pero las empresas me decían que dos o tres meses era demasiado poco para hacer nada útil. Quizás es cierto, pero es así como en Silicon Valley se capta talento directamen­te de las universida­des, incluso antes de que los estudiante­s se gradúen. Es, en cierto modo, una inversión de futuro. Es difícil competir con la baja fiscalidad de otros países europeos o importar marcos legales que han funcionado en el extranjero, pero podríamos empezar por programas piloto, extendiend­o su uso progresiva­mente. Es necesaria una menor aversión al riesgo y una voluntad de invertir a largo plazo en una economía sostenida en la industria de alto valor añadido, y no en los ciclos del turismo.

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