Un musulmán de origen paquistaní sucede a Nicola Sturgeon en Escocia
Humza Yousaf propone avanzar poco a poco hacia la eventual independencia
El ex primer ministro laborista Harold Wilson dio en el clavo cuando dijo que todas las carreras políticas acaban en fracaso. La suya desde luego, y también las de todos sus sucesores al frente del gobierno británico, Blair y Thatcher incluidos. Hay pocas excepciones a la regla general (Mandela, Franklin D. Roosevelt, Kennedy, De Gaulle...), pero Nicola Sturgeon no es una de ellas.
Sus triunfos y logros han sido numerosos, ocho elecciones ganadas en otros tantos años en el cargo, y la consolidación del Partido Nacional de Escocia (SNP) como fuerza dominante en la política del país hasta el punto de ejercer casi un monopolio. Pero se va sin conseguir su gran objetivo: la independencia. Y deja un partido dividido, en plena crisis existencial a pesar de gozar de una mayoría casi absoluta en el Parlamento de Holyrood.
El relevo lo ha tomado Humza Yousaf, de 37 años, que ha sido ministro de Transporte, Justicia y Sanidad en las administraciones de Sturgeon y su predecesor Alex Salmond, musulmán e hijo de paquistaníes, como el primer ministro británico Rishi Sunak, el alcalde de Londres Sadiq Khan y el líder laborista escocés Anas Sarwar, su principal opositor. La ministra de Interior del Reino Unido, Suella Braverman, es de origen indio, igual que su predecesora Priti Patel, dentro del imparable avance de los políticos de minorías étnicas.
El anuncio se realizó ayer en el estadio de Murrayfield, escenario tanto de victorias épicas como de amargas derrotas de la selección escocesa de rugby. Yousaf se impuso por un estrecho margen (52% a 48%) a su principal rival, la ministra de Finanzas Kate Forbes. Suya es a partir de ahora la misión de encontrar una vía hacia la soberanía, con el camino bloqueado como una carretera llena de minas por el Ejecutivo inglés (que se opone a autorizar un nuevo referéndum) y
Defiende la ley trans y representa el continuismo de las políticas económicas y medioambientales
por el Tribunal Supremo, que respalda el veto de Londres. “Estoy determinado a hacer de Escocia un país independiente”, fueron sus primeras palabras.
Yousaf representa el continuismo en vez de la ruptura, una tentación para muchos seguidores del SNP decepcionados con el estancamiento de la causa independentista, a pesar del Brexit y del desastre de los últimos gobiernos británicos. Pero debe elaborar una estrategia diferente a la de Sturgeon, que se estrelló en el inmovilismo de Westminster. Relegada ha quedado la idea de unas elecciones plebiscitarias o de una consulta no autorizada. Las lecciones de Catalunya han sido estudiadas a fondo en Edimburgo. El nuevo líder plantea una ruta a largo plazo, ganando terreno poco a poco, a base de buena gestión, hasta que un 60% o 65% de los escoceses se muestren partidarios de salir del Reino Unido (ahora lo hacen entre un 45% y un 50% según las encuestas, un porcentaje similar al del referéndum del 2014). Su victoria ha sido recibida con alivio por los unionistas, ya que no propone un choque frontal.
La gestión insatisfactoria del día a día ha sido uno de los motivos de la perdición de Sturgeon, y él prometió mejorarla. Cierto que los escoceses disfrutan de beneficios sociales con los que ni sueñan los ingleses (matrículas universitarias y peajes gratuitos, asistencia a los mayores), pero Escocia es el país europeo con mayor incidencia de droga, la expectativa de vida es tres años menos que al sur de la frontera,
Ha ganado por 52% a 48% a Kate Forbes, de centroderecha y partidaria de bajar impuestos
la obesidad un problema serio, los resultados escolares muy malos y las listas de espera en los hospitales larguísimas. También en Inglaterra, pero mal de muchos, consuelo de tontos.
Yousaf es también el continuismo del centroizquierda en materia económica y medioambiental, de las políticas sociales inclusivas, la ley trans aprobada a instancias de Sturgeon, la desincentivación de la explotación del petróleo y el gas natural del mar del Norte, unos impuestos más elevados que los de Inglaterra y la reafirmación del espíritu colectivista y redistributivo.