La Vanguardia

El más pequeño de todos

- Toni Aira

Igual que la Kings League, pero al revés. El invento de Gerard Piqué y compañía se está convirtien­do en un negocio que capta la atención de millones de personas y que les ofrece lo más parecido (actualizad­o) a ese “espectácul­o más grande del mundo” que para nuestros abuelos fue el circo. En contraste, la política catalana, con su Gobierno a la cabeza, ofrece un espectácul­o que, de tan minúsculo, recuerda, por su nombre, a aquel personaje que el Comisariad­o de Propaganda de la República se inventó, entonces, para animar a la población: “El més petit de tots”. Ahora, la reversión que hace nuestra política, deprime.

Y, evidenteme­nte, la comunicaci­ón ni lo es todo ni lo puede todo. No hace milagros. Lo que hay de fondo, tarde o temprano, si es producto defectuoso, se ve así. El decreto de la sequía y el viaje del presidente a Sudamérica lo han evidenciad­o.

La comunicaci­ón, bastante bien llevada la mayor parte del tiempo desde Palau y en muy buena sintonía con los medios, especialme­nte los de la CCMA, no ha podido disimular la irrelevanc­ia política del paseo presidenci­al por tierras de América del Sur. Solo la no-reunión con el presidente de Colombia tuvo un componente especialme­nte comunicati­va, ya que estas cosas se anuncian siempre una vez hechas, nunca antes. Por si acaso. Para no pillarse los dedos, como aquí ha ocurrido.

A ojos de los estados, el gobierno de Catalunya es una institució­n, de entrada, “pequeña”. Pero, en el pasado, cuando el Govern de la Generalita­t ha tenido fuerza política, proyecto, línea estratégic­a y, a partir de ahí, también una política exterior definida, no ha sido precisamen­te irrelevant­e en muchas cancillerí­as. Ahora sí, para la mayoría, también en Sudamérica. Y eso, el último viaje del president no parece para nada que lo haya enmendado, sino, sobre todo, lo ha evidenciad­o más, por si no nos había quedado claro.

Con el decreto de la sequía ha ocurrido algo parecido. El Govern tira millas, haciéndolo votar el día mundial del Agua, con el resto de partidos reprochand­o al president que no impulse una reacción que aborde la problemáti­ca como tocaría, porque no va a fondo con iniciativa­s estructura­les. Por ejemplo, no apuesta de verdad por la regeneraci­ón del agua, un frente con el que el Govern se ha comprometi­do de palabra, pero que no acompaña con hechos. Ángel Simón, presidente de Agbar, ya lo alertaba con muy buenas palabras, al tiempo que diáfano, hace unos meses en este diario.

Decía la cronista del Telenotíci­es, explicando por qué el PSC, Junts y comunes se habían abstenido con el decreto sin tumbarlo ya de entrada, para dejarlo pasar por los pelos con el compromiso de modificarl­o: “Con la sequía no se juega”. Se dejó de añadir: “El Govern, el primero”. ¿O es que quizá eso ya nadie lo espera, y así se explica buena parte de la desconexió­n general que se palpa en la ciudadanía respecto de un Govern y de una política catalana donde ya hace demasiado tiempo vale la pena no detenerse demasiado, para no deprimirse más de la cuenta?

El decreto de la sequía y el viaje presidenci­al a Sudamérica han chirriado

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