¿Cuenta atrás o salto adelante?
Las revistas culturales desafían las barreras mientras intentan sobrevivir
Cu ando, hace un mes, la revista L’avenç anunciaba que dejará de publicarse pasado el número 500 –correspondiente a abril, pero que ya se está distribuyendo–, hubo un clamor. Que no podía ser, etcétera. Núria Iceta, copropietaria de la cabecera –con su director, Josep M. Muñoz–, recuerda que la decisión es firme pese a las llamadas, reuniones y conversaciones mantenidasestas semanas, y que lo que pudiera salir tendría que ver más bien con el plan inicial de un digital renovado en torno a la memoria. En el editorial del último número también dejan la puerta abierta a una tercera vida: “¿Con otro formato, con otra periodicidad?”.
Ayer el ayuntamiento de barcelona les entregó la Medalla de Oro al Mérito Cultural en un acto en el Saló de Cent. Además de la representación del Consistorio, encabezada por la alcaldesa, Ada Colau, había tres consellers –Cultura, Natàlia Garriga; Recerca i
‘L’avenç’ se deja de publicar tras 500 números, pero para su director “no vale la pena ponerahoraunparche”
Universitats, Joaquim Nadal, y Justícia,dr et si memò ria, ge mm a Ubasart–, muestra del interés institucional, sí, pero como dijo Muñoz: “A buenas horas, mangas verdes”. Al acto, con la participación reivindicativa de Ovidi4 y Toti Soler, no faltaron representantes de la edición, tanto libros –Patrixi Tixis, Rosa Rey, Daniel Fernández, Laura Huerga o Josep Lluch- como de revistas –Francesc-marc Álvaro, de Serra d’or, o Jordi Marrugat, de Els Marges–, además de escritores y colaboradores como Enric Sòria, Joan Todó, Xènia Dyakonova, Adrià Pujol, Cristina Massanés o Toni Puntí, o el artista y fotógrafo Joan Casellas, así como el historiador Joan B. Culla, la directora del CCCB, Judit Carrera, o el empresario Jaume Roures.
No hace tanto la vitalidad de una cultura se podía medir por sus revistas culturales, pero la digitalización galopante, con la aceleración por bandera, ha hecho cambiar el paradigma, y el adiós de L’avenç es otra muestra. Ahora bien, en la cultura catalana hay lugar para más publicaciones, algunasen una línea similar y otras más específicas, entre el aliento de Serra d’or –la más antigua, fundada en 1955, este mismo jueves entrega sus premios y presenta diseño y contenidos renovados– y la especificidad poética de Reduccions.
Josep M. Muñoz, director de L’avenç, explica que hoy por hoy quieren mantener la prudencia, porque“poner ahora un parche no vale la pena ”. de sus 1.200 suscriptores actuales, dice, necesitaría n pasar a más del doble, un hecho que tal como está la situación no ve factible a corto plazo. La publicación también muestra una doble paradoja: por una parte desde la revista se empezaron a publicar libros hasta volverse editorial, con la cual se mantendrán; por la otra, el digital Núvol, al que acogieron en su redacción en los inicios, ahora es una empresa solvente que de
La revista ‘Serra d’or’ anunciará el jueves un relanzamiento con nuevos contenidos y formatos
vez en cuando publica en papel–el último número, con 22.000 ejemplares–. Para el editor de Núvol, Bernat Puigtobella, es un referente, pero “las nuevas generaciones no leen prensa en papel ni tienen el hábito de ir al quiosco”, y es una cuestión de escala. Él mismo está convencido que si en el 2012 en vez de hacer un digital cultural generalista se hubiera centrado solo en laliteratura–elmundodedondeél venía, como editor del Grup 62– no habría salido adelante.
Muñoz asegura que hay un público identificado, pero que no acaba de hacerse suya una revista que “no deja de ser singular pero tampoco se dirige a un público estrecho”. Unas publicaciones que “luchan contra la inmediatez y la gratuidad a la que estamos tan acostumbrados: las cosas bien hechas tienen un coste”. E ilustra la situación con una anécdota: un conocido–del mundo de la cultura– vio que salía una entrevista que le interesaba mucho y en vez de ir al quiosco le pidió el enlace, que efectivamente no existía.
El jefe de redacción de Serra d’or, Francesc-marc Álvaro, cree que el tiempo de las revistas no ha pasado, pero hace falta una renovación para mantener o ampliar lectores –en su caso, unos 3.000 suscriptores y medio millar en quiosco–. Encaran el futuro con nuevas secciones y hablando de temas actuales como la ciencia o la inteligencia artificial, ala que dedican el próximo dossier en el número de abril. pero desde su publicación hay que hacerlo“con una mirada en la tradición y anclaje en el presente”. “Los problemas de una revista como la nuestra son los mismos de cualquier publicación europea, no es una rareza catalana”, y para mantenerse habrá que intentar “añadir nuevos valores a lo que se publica en el papel, hacerlo atractivo y que tenga corre