La Vanguardia

La belleza humana y celestial del ‘divino’ Guido Reni toma el Prado

El museo dedica una exhaustiva muestra al gran maestro boloñés

- Justo Barra Barcer o

Virgen, ludópata y con miedo a las mujeres, con un servicio integrado solo por hombres ante su temor a la brujería y a la posibilida­d de ser envenenado. Apegado a su madre y devoto de la Virgen María, siempre vestido impoluto, con seda en verano y paño de España en invierno. Reservado, melancólic­o, huidizo a los elogios, al gran maestro boloñés Guido Reni (15751642) la historia lo sentaría en el diván del psicoanáli­sis siglos después. A este icono de la época barroca de trazo clasicista se le llegaría a etiquetar como homosexual y misógino, aunque el comisario de la espectacul­ar muestra que ahora le dedica el Museo del Prado, con un centenar de obras procedente­s de todo el mundo, desde la catedral de Nôtre Dame –el Triunfo de Job, salvada del incendio–, al Metropolit­an de Nueva York y una Cleopatra prestada por el flamante Carlos III, cree que son teorías difíciles de mantener.

Para David García Cueto, “es un debate necesario, pero se incurre en un error de partida, aplicar categorías morales del siglo XXI a aquel tiempo. Si habla la verdad histórica, los relatos y testimonio­s del momento, en el siglo XVII, donde el papel de la mujer estaba supeditado al varón, Guido Reni fue tenido por sus contemporá­neos como un ser angélico y tenía una visión idealizada de la mujer, fuertement­e arraigada en la cultura humanista”. Y añade que “sabemos que decidió no contar con sirvientas en su casa y que todo su personal fuera masculino, pero en la Bolonia de la época había habido casos de envenenami­ento de señores por su servicio femenino”.

De lo que no hay duda es de su ludopatía con cartas y dados, que le llevó, pese a los altos precios que adjudicaba a los cuadros que salían de su gran taller lleno de discípulos, a pintar con insistenci­a. Acentuando al final un estilo

non finito, no acabado, de formas deshechas, por la rapidez con la que los trazaba para ingresar dinero.

Tampoco hay duda de que fue capaz como pocos de unir ante el espectador en sus obras lo humano y lo divino, con modelos de una belleza y perfección extrema que podían aproximar al espectador a una dimensión superior, a lo trascenden­te, pintando incluso Cristos de gran belleza física en los que podía traslucir el alma divina.

No es extraño que Guido, al que influyeron Rafael y Caravaggio –como se ve en un impactante David con la cabeza de Goliat–, acabara siendo el divino, ni que la exposición la cierre el angélico efebo que extiende sus brazos hacia el cielo del cuadro Ánima bienaventu­rada, llegado de la Pinacoteca Capitolina de Roma y que es una alegoría del maestro y de su obra. Una obra que, como ha recordado el director del Prado,

Miguel Falomir, ha atravesado valoracion­es muy distintas en la historia: si en su época su rutilante clientela solo se podía comparar a la de Rubens, y su fama siguió brillando mucho después de su muerte, en el siglo XIX al artista y crítico John Ruskin su estilo pulcro y perfecto le pareció el colmo de los males y lo englobó en “la escuela de los errores y los vicios”. Y en 1896 el Louvre expulsaría los pintores del barroco boloñés de su Grande Galerie.

Falomir recuerda que “la historia del arte no es lineal, ni lo es la historia de la historia del arte, y pocos pintores han conocido más altibajos en su trayectori­a crítica que Reni, que cayó en el XIX en un ostracismo del que solo se recuperó avanzado el siglo XX”. En ese sentido recuerda que una de las obras maestras de la exposición, Hipómenes

y Atalanta llegó en época de Felipe IV a España y en el siglo XIX “se envió en depósito a Granada porque se creía que carecía de las aptitudes estéticas para estar colgado en el Prado. Solo se recupera en 1964. Hoy encarna los valores táctiles del barroco, es una pintura que por sí sola encapsula una estética y un movimiento artístico”.c

Virgen, ludópata y con miedo a las mujeres, el pintor fue capaz de fusionar la belleza humana y la divina

 ?? Lonllto Otero herranz /Museo del Prado ?? Tres visiones de un adolescent­e San Juan Bautista de Guido Reni
Lonllto Otero herranz /Museo del Prado Tres visiones de un adolescent­e San Juan Bautista de Guido Reni

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