‘Llum’ nueva
Después de un grupo de compositores que –nacidos en los años treinta y navegando en mares convulsos– nos han dejado una obra importante, personal y, a la vez, imbricada en una tradición con elementos propios de la cultura catalana, tenemos ahora en escena un nuevo grupo que propone una palabra de peso. En términos generacionales –y aunque Benet Casablancas presenta obra nueva– se manifiesta en nuestros días la importancia de compositores nacidos ya en la transición. Hoy se trata de Ramon Humet (Barcelona, 1968), de quien escuchamos el estreno mundial de Llum para coro mixto, en las voces excepcionales del Latvian Choir.
Escrita sin limitaciones en el tiempo a pesar de ser encargo de L’auditori, Llum manifiesta esta perspectiva del compositor que se impone una temporalidad propia, interior (la pandemia cayó en medio), que no parece mirar a la dimensión temporal material (dura 50 minutos), si bien está conformada en siete episodios breves, en los que los textos del monje montserratí Vicenç Santamaria, amigo personal del compositor (Tanca els ulls, Camina endins, Baixa al cim de l’ànima...), nos guían hasta el Al·leluia final e inciden en su carácter o en una guía para el oyente.
Cito esta conjunción letra-música porque ante la escucha de esa obra, indudablemente enraizada en la tradición católica, surge una reflexión sobre la importancia de la voz en la renovación de los lenguajes musicales, sobre todo en el catolicismo, ámbito privilegiado del cambio. Hay reminiscencias de Von Bingen, del canto llano, de la polifonía, porque pertenece a nuestra tradición, no porque el autor use citas o recursos, pues todo es nuevo, personal; un camino de búsqueda y hallazgo de recursos y expresiones en función de la belleza y la interioridad, y cuando esa última es subrayada con algún forte, siempre se manifiesta hacia adentro, como hacia una luz interior que al expresarse nos ilumina. Tratamiento de voces blancas, disonancias que generan inestabilidad vibratoria, perfección, transparencia de la armonía... En fin, una maravilla digna de escucharse. Y a mano, pues el conjunto vocal parece que la ha grabado.