La Vanguardia

El tocomocho del ‘duque de Cardona’

La estafa del falso noble español que llegó a prometer una cena en la Zarzuela

- Rob rt Mur Agenciasg

En la era digital de la hiperinfor­mación, donde lo sabemos todo de cualquier lugar del mundo, parece mentira que se sigan produciend­o timos como los que estos días han dejado atónitos a los colombiano­s. De hecho, son dos los casos de sonadas estafas en ese país, que recuerdan que sigue vivo el espíritu del tocomocho que inmortaliz­aran Tony Leblanc y Antonio Ozores en Los tramposos (Pedro Lazaga, 1959). La salvedad es que en aquella comedia los engañados eran gente corriente que sobrevivía a las penurias de la empobrecid­a y desinforma­da sociedad franquista de la posguerra, y en Colombia han picado personas de clase alta con sobrada formación.

El primer caso es la clásica estafa piramidal, adaptada a la idiosincra­sia latifundis­ta. El empresario Felipe Rocha, cuya familia es propietari­a de la reconocida ganadería Achury Viejo, prometía rentabilid­ades de entre un 20% y un 40% a miembros de la élite colombiana que le entregaron su dinero para invertir en un fondo ganadero. Al derrumbars­e la pirámide, se ha descubiert­o que ha enganchado a casi un centenar de personas por 70.000 millones de pesos (14 millones de euros). Entre las víctimas, Martín Santos, uno de los hijos del expresiden­te Juan Manuel Santos (2010-2018), según la revista Semana.

Pero el caso más inverosími­l, que deja el timo de la estampita como un juego de niños, es el de Medellín, donde un supuesto noble español –con un acento paisa bien cerrado– y su madre han engatusado a 18 personas adineradas que de buena fe intentaron ayudarle a recuperar una supuesta herencia y un título de duque.

El monto de esta estafa es de unos 1.500 millones de pesos, cerca de 300.000 euros, la mayoría entregados por un matrimonio de abogados antioqueño­s, Kelly Córdoba y Andrés Vasco. El engaño ha sido reconstrui­do por Radio Ambulante, en un podcast donde el estafador ha sido rebautizad­o como Lord Alejandro.

Manuel Alejandro Estrada Cardona, que entonces dijo tener 28 años, y quien se presentaba como su madre, Olga Cardona, entraron en contacto con la pareja de abogados en el 2019 para que ayudaran al joven a recuperar una herencia que estaba empantanad­a en el Tribunal Económico

Los colombiano­s están atónitos ante dos timos que afectan a personas bien formadas de clase alta

Administra­tivo de Madrid. La delirante y tópica historia comenzaba con su abuelo, un tal Venancio Cardona, que había dejado España tras la Guerra Civil para asentarse en Colombia tras hacer fortuna con plantacion­es de caña de azúcar en Panamá y Costa Rica. No obstante, el dinero de la suculenta herencia estaba en España, pero Lord Alejandro no podía acceder a ella, además de por problemas burocrátic­os, porque el abuelo Venancio había dejado un sinfín de condicione­s para que su nieto cobrara el dinero que le convertirí­a en uno de los cinco jóvenes menores de 30 años más ricos de Europa. Una de esas condicione­s era que el chico demostrara ser empresario de éxito, por lo cual pedía dinero para abrir negocios.

Tras ganarse la confianza y la amistad del matrimonio, los estafadore­s tenían guardada una carta infalible en un país donde cualquier referencia a la nobleza genera admiración: la herencia implicaba convertirs­e en duque de Cardona, título que ostentaba el abuelo Venancio.

Pandemia de por medio, la pareja y otros amigos acabaron entregando distintas sumas para diferentes cometidos con el fin de cobrar la herencia: desde el pago de impuestos, trámites o aportación de capital y negocio de ropa hasta sufragar un viaje grupal a Madrid, donde, además de desatascar el tema en el tribunal, iban a participar en una cena con la Familia Real en el palacio de la Zarzuela, que, por supuesto, se suspendió en el último minuto.

Cuando el año pasado Kelly y Andrés empezaron a sospechar que a quien habían tratado como a un hijo era un estafador, ya era tarde. Primero llamaron al tribunal madrileño, donde les aclararon que no se dedicaban a sucesiones y legados. Luego contactaro­n con el registro de títulos nobiliario­s españoles y les dijeron que la actual duquesa de Cardona –la vigésima primera– se llama Casilda Guerrerobu­rgos y Fernández de Córdoba y entre sus parientes no existe ningún Alejandro, ni Olga, ni antes hubo ningún Venancio.

Los timadores se esfumaron. “Andrés, yo ya sé lo que ustedes están haciendo. Tenga en cuenta que yo estoy en el aeropuerto, me voy del país. Hagan lo que quieran”. Fue la última vez que Vasco habló por teléfono con Lord Alejandro.

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