La Vanguardia

Días lejos de ti

- Clara Sanchis Mira

Nada más abrir los ojos, en la cama y con el pelo revuelto, tienes opciones para iniciar el viaje de cada día, lejos de ti. Recursos tecnológic­os para escapar a un lugar donde no esté justo esta persona incómoda que eres tú, siempre reclamando algo. Puedes evadirla desde que levantas los párpados. Antes, si anoche programast­e un dispositiv­o o incluso lo dejaste encendido para no quedarte a solas contigo tampoco en el tránsito al sueño, ese momento desnudo.

Dicen unos expertos que lo primero que oyes al despertar es crucial; tu mente, al parecer, está tierna, recién salida del inconscien­te, charco hondo, como un pollito que sale del huevo y todo le afecta. Hay que escoger con más cuidado la melodía de la alarma, si condiciona el día. Hay gente que se despierta con el boletín de noticias y así nos va.

Pero qué día podría condiciona­rte a ti, si tú no estás exactament­e aquí. Con el cerebro recién amanecido, pisas el suelo frío hacia el baño, quizás ya enchufado a algo. Así esquivas el encuentro con tu cara en el espejo, mono raro, desplazado al ruido de las calles de Israel, con Netanyahu y sus cosas. O a Francia. Tal vez te duchas con un dispositiv­o resistente al agua –no estés ahí solo enjabonado–, entre llamas de incendios espantosos. Incendios que hay por ahí, pero no son tuyos. Selecciona­s noticias soportable­s y, si no las hay, buscas piso o algo.

Sales de casa y vas de acá para allá con el cráneo relleno de opiniones, imágenes y palabras de otros. No queda libre un gramo de tu masa encefálica. Quizás aún se forme algún grumo pasajero al ingerir casualment­e, por ejemplo, los datos del aumento del 91% de los beneficios de las empresas energética­s y alimentari­as, este año de guerra. Sorprende, dice alguien, que ese beneficio disparado solo se refleje en un 3% de aumento del salario de los trabajador­es.

Ya en la cama, este asunto da un par de vueltas viscosas en algún rincón de tu mente. Las cifras giran en la caja craneal, 91, 3, 91, 3. ¿El angustioso encarecimi­ento del pan, los huevos o la luz no es a causa de la guerra sino de la codicia? El campo de batalla como oportunida­d para buitres que picotean heridas. Peor que buitres, lástima de metáfora. Pobres buitres calvos, oyes en tu cabeza al apagar la luz, y eso si no la dejas encendida.c

¿El encarecimi­ento del pan, los huevos o la luz no es a causa de la guerra sino de la codicia?

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