La Vanguardia

“Queremos volver a casa”

Unas 80 personas de La Artejuela o La Puebla de Arenoso están realojadas en el seminario de Segorbe con el ánimo acribillad­o por los vídeos del fuego que asola Castellón

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En el seminario de Segorbe reina el silencio a media mañana. El sol calienta la fachada y a una ventana se asoma un hombre. “Aquí estamos”, dice desde arriba. Al minuto baja al patio, vestido con ropa de trabajo y una gorra, lo que llevaba el pasado jueves cuando su mujer le llamó corriendo para que regresara a casa. “Me dijo ‘ven ya, que nos hacen irnos’. Y dejé lo que estaba haciendo, este pantalón lo llevaba lleno de cemento hasta arriba. Menos mal que lo he podido lavar aquí”, explica Escandril, apodo de este vecino de La Artejuela, desalojado por el fuego y una de las 1.600 personas que sigue fuera de sus casas desde el pasado jueves cuando comenzó a arder el monte en el Alto Mijares, en el interior de Castellón.

Los equipos de extinción trabajan sin descanso con 22 medios aéreos y 500 terrestres para intentar controlar el incendio, que entra en “horas decisivas” ante la previsión de rachas de poniente previstas para mañana que podrían, de nuevo, fortalecer las llamas.

Siete días ya fuera de casa que comienzan a pesar más de lo esperado. “Cada uno lo gestiona como puede, pero ahora ha cambiado el discurso. Llevamos muchos días ya”, lamenta el hombre, que está alojado junto a su mujer y los tres hijos de esta. “Conozco bien el monte, y llevamos años, ¡décadas!, avisando que el monte hay que limpiarlo, lo vemos tras las nevadas o cuando vamos a por leña. ¡Aquello era un polvorín!”, declara. Y sostiene, apesadumbr­ado, que “prevenir un incendio cuesta diez veces menos que sofocarlo”.

De momento, hay afectadas unas 4.600 hectáreas de territorio de gran valor ecológico, en un perímetro aproximado de 55 kilómetros que, por suerte, no afecta al parque natural de Espadán, pero la amenaza sigue ahí.

El lunes por la tarde hubo varios psicólogos que atendieron a los desalojado­s, los trabajador­es sociales están dando atención, así como los voluntario­s de Cruz Roja, que en el centro de atención al ciudadano que es el pabellón multidepor­tes de Segorbe prestan atención y organizan las comidas para las personas afectadas por el fuego iniciado en Villanueva de Viver. De allí es Tina Tamborero, residente en La Puebla de Arenoso desde que se jubiló y dejó su querida Barcelona. De allí vendrá su familia la próxima semana. “Eso es lo que estoy pensando, que esto pase pronto, que vienen mis nietos y quiero volver a casa”, explica. Ayer salió a comprarse un libro “para no pensar mucho”. Al final entre mucha recomendac­ión se llevó Maldito karma, de David Safier. “Así estoy entretenid­a, como aquí tampoco tenemos televisión…”. Las notificaci­ones del móvil no paran de sonar, tampoco las llamadas. Su marido está atendiendo las necesidade­s del pueblo como teniente de alcalde y a cada poco le cuenta.

Saben que las casas están bien, los animales atendidos, pero aún no han podido volver. Esa es la pena que arrastran, que crece cuando ven vídeos como el que se hizo viral el lunes, con las llamas amenazando Montán. “Hizo mucho daño entre los desalojado­s, estaban muy mal tras verlo”, explica Juan Castañer, responsabl­e del seminario, del que pueden entrar y salir. No hay control de entrada y, en cambio, sí mucha hospitalid­ad. “El obispo de Segorbe lo ofreció ya en los incendios de Bejís y Soneja, que ‘puertas abiertas’ dijo, y aquí están”. El centro es también escuela infantil, por lo que los niños y niñas desfilan de vez en cuando por el patio ante la ilusionant­e mirada de quienes allí pasan sus horas.

Como Mari, de La Puebla, que atiende el teléfono todo el rato, o Antonio y Montse, de La Monzona, que salen con regularida­d a pasear a su perro, Rasta. Su casa –“la única que tenemos en propiedad”, explica ella– está muy cerca de una zona especialme­nte frecuentad­a en vacaciones, donde su agua fría refresca en veranos que empiezan a ser demasiado calurosos y las montañas encumbran un paraje aún hermoso. “Nos ha llamado mucha gente para ofrecernos ayuda, podríamos irnos con nuestros hijos a Madrid y Mallorca, pero queremos estar aquí, dándonos fuerza los unos a los otros”, comenta Montse emocionada, recordando como hasta la cartera de la zona la llama cada día para ver qué necesitan. Volver a casa.c

“Llevamos años, ¡décadas!, avisando que el monte hay que limpiarlo”, explica un vecino desalojado

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Aavarro Mari, Montse y Antonio, vecinos de La Puebla y La Monzona, en el seminario de Segorbeasu­s

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