Barcelona, nido de NAZIS
La ciudad, clave para las cancillerías europeas en los primeros años treinta
La Barcelona de la primera mitad de los años treinta era un hervidero político y social hacia el que volvieron las miradas las grandes cancillerías. El motivo de interés era el choque de fuerzas que se vivía en la ciudad, en plena efervescencia republicana, pero también la importancia estratégica de la capital catalana, que la situaba de lleno en el tablero internacional y que llevó a los gobiernos europeos a tomar posiciones en ella. Empezando por la Alemania nacionalsocialista.
No es exagerado decir que la Barcelona de esos años fue un nido de nazis. El historiador Manu Valentín publicó La ciudad y la esvástica (Comanegra), donde describía el refugio que los antiguos nacionalsocialistas hallaron en la capital catalana tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Pero uno de los aspectos más interesantes del libro se refiere a una etapa anterior, hasta 1936, cuando el nazismo desplegó una estrategia encaminada a controlar el importante contingente de alemanes allí radicados. “Barcelona –señala– era un espejo de todo lo que pasaba en el mundo”.
A principios de los años treinta, “la colonia alemana –explica el historiador– era la más importante de todos los grupos de extranjeros en la ciudad, con entre 8.000 y 10.000 personas”. Muchos habían llegado a Catalunya de la mano de importantes intereses industriales germanos. Empresarios, técnicos y personal altamente cualificado se había instalado desde finales del siglo XIX y principios del XX en una ciudad donde pronto crearon su red de organizaciones culturales y económicas.
Tras el ascenso de Hitler al poder, en enero de 1933, se inició un proceso de nazificación de todas las instituciones que participaban en la vida pública alemana, también en el extranjero. En Barcelona, simpatizantes nacionalsocialistas o miembros del partido pasaron a controlar asociaciones culturales, empresariales, librerías y hasta locales de ocio frecuentados o regentados por alemanes. En su libro, Valentín relata cómo se trasladaron a Barcelona la tensión, la persecución contra la disidencia política y el boicot contra los intereses judíos que se estaba produciendo en suelo alemán.
Un ejemplo de ese encuentro de posiciones opuestas se puede observar desde el callejero de la ciudad. Valentín ha reconstruido una lista de los ciudadanos alemanes que vivían en la primera mitad de los años treinta en la avenida de la República Argentina, una muestra que, a pesar de ser parcial, sirve para evidenciar que en una misma calle convivían nazis recalcitrantes, militantes antifascistas y judíos de origen germano. Una Alemania en pequeño que su gobierno seguía de cerca.
Pero el interés alemán también obedecía a la necesidad de utilizar su red de contactos con finalidades económicas o estratégicas. El historiador explica que la relación entre la parte de la colonia alemana de mayor poder económico y más pronazi y las élites barcelonesas fue fluida. “Muchos de los nazis –señala– compartían un vínculo social con los fascistas y con las clases altas locales; eran proveedores del ejército y tenían muchos vínculos con los africanistas. Además compartían vida social y muchas de las mismas actividades de ocio con la alta sociedad barcelonesa”.
El objetivo germano era el mismo que, en mayor o menor medida, tenían todas las grandes potencias europeas en aquellos
Los historiadores Manu Valentín y Arnau González analizan el peso político de la urbe
años, según explica el también historiador Arnau González. Desde su punto de vista, la capital catalana concentraba las miradas de las cancillerías porque “formaba parte de las ciudades europeas que podían ser importantes
Alemania nazificó a su colonia en la ciudad, la más numerosa entre los extranjeros en la capital catalana
en una guerra de gran envergadura, como la que estaba por venir”. “Respecto a España – añade–, Barcelona era la prioridad número uno, porque los gobiernos europeos creían que si ocurría algo en el país sería en esa ciudad donde se produjera, tanto si era, por ejemplo, una revolución de izquierdas como la independencia de Catalunya”.
“En Barcelona había industria, puerto, cámaras de comercio...