La Vanguardia

¿Vuelta de Messi? Según y cómo...

- Joaquín Luna

Fuera del césped, cuesta entender a qué juega el FC Barcelona. Más allá de ganar al Real Madrid –¡ni el agua milagrosa de los Mur!–, la actualidad del club es desconcert­ante y aún surrealist­a, de modo que si hoy alguien lanzara el bulo de que vuelve Hristo Stoichkov para reforzar las bandas, nadie le llamaría demente.

Las negociacio­nes en curso sobre un posible retorno de Leo Messi a la disciplina del club –nota: es una frase hecha– son verosímile­s a pesar de unos precedente­s lamentable­s. Tampoco es cuestión de cargar la suerte contra el Barça: la mayoría de los jugadores legendario­s han salido por la puerta de atrás. Di Stéfano dejó la casa blanca a malas con Bernabéu, Kubala fue silbado al fichar por el Espanyol, club que, a su vez, no supo despedir a Tamudo. No son tiempos de fidelidade­s.

Ni Leo Messi –ver burofax– ni el FC Barcelona –el campechano “esto se arregla con un asado”– supieron hallar las palabras precisas para estar a la altura del final de una relación excepciona­l, que comenzó con la firma en una servilleta y terminó con la alegría culé de ver a Leo Messi alzando la Copa del Mundo en Qatar.

¿Volver, con la frente marchita...? Según y cómo. Volver de cualquier manera, a lo asado con papas y pelillos a la mar, no. Y no, precisamen­te, por el amor profesado y por el recuerdo

Xavi debería tener la última palabra –dudo que así sea– sobre el posible retorno de Messi

de los buenos tiempos. No conviene lo protocolar­io, hace falta autenticid­ad...

¿Sumaría Messi a este equipo? Sin duda, pero sin trampas al solitario. El club tiene un entrenador, y a un entrenador conviene darle galones (o echarlo). Si alguien debería tener la última palabra, ese es Xavi Hernández, un astro que supo irse a tiempo. El día que responda al dilema –sin tópicos– podremos opinar el resto. Dudo, ay, de que así sea.

¿Aceptaría Messi un rol diferente al del mandón, dentro y fuera del campo? Después de tantos años, sigo sin estar seguro de que Messi posea la humildad suficiente para encajar en su nuevo sitio, menos estelar, dentro y fuera del campo.

De la junta directiva, cabe esperarlo todo, sobre todo una salida por peteneras: Messi es otra palanca, la venta de camisetas, un golpe sobre la mesa de autoestima. La tentación de disponer de un fusible de oro es grande, alguien a quien silbar o sobre quien polemizar para diferir que las críticas se dirijan al palco. Todo, supeditado al manejo del escándalo Enríquez Negreira y el posible castigo de la UEFA. Un asunto que no despejará este silencio en el que se ha instalado el FC Barcelona, escuela Francisco Franco (dejar que los problemas se pudran).

Y, sobre todo, no la vuelvan a pifiar, que ya son y somos mayorcitos.

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