La Vanguardia

“No se tiene que rendir honores a quien rescata en la montaña, es lo normal”

Denís Urubko Alpinista

- ROSA M. BOSCH Reus

El Everest, en el 2024

“No quiero parar, he pedido permiso a China para subirlo por un itinerario inédito”

Denís Urubko sorprende al público que asiste a la presentaci­ón de su último libro, La elegancia de la eficiencia. Rescates en la zona de la muerte (Desnivel), en Reus, al mostrar sus habilidade­s como bailarín en un vídeo que recoge su actuación en un concurso para famosos de la televisión polaca. Además de haber coronado los 14 ochomiles sin la ayuda de oxígeno artificial, de abrir cinco nuevas rutas en picos de más de 8.000 metros en estilo alpino, de subir el Makalu y el G-II en invierno, entre otras proezas, Urubko (Nevinnomys­sk, Rusia, 1973) reivindica su vena artística. En Vladivosto­k, estudió teatro y periodismo, antes de instalarse en Almaty para enrolarse en el ejército kazajo. La carrera militar, que compaginó con sus incursione­s en el Himalaya, se prolongó durante 18 años.

Su libro va de rescates en la zona de la muerte. ¿Siente más satisfacci­ón al culminar el salvamento de un montañero que al coronar una cima?

No. Ayudar a otra persona es una acción humanitari­a, es lo normal, siento que he hecho lo correcto, lo que toca. Pero llegar a la cumbre de un ochomil es algo muy difícil, es algo artístico, de autorreali­zación.

¿Y usted ha necesitado ser rescatado alguna vez?

Sí, en dos ocasiones. En mis comienzos, en las montañas del Tian Shan, cometí algunos errores. Por eso puedo ver la situación desde ambos lados, el de alguien que necesita ayuda y el de quien la presta. Sé lo importante que es no caer en fallos para no poner a otros en situacione­s peligrosas.

¿Las personas que han sido rescatadas son agradecida­s? No siempre. Algunos suponen que es normal que los ayudes. No espero que me den las gracias, lo hago porque para mí es importante, considero que es mi responsabi­lidad y que es necesario hacerlo. Pero no es un placer, pues se pierde tiempo. Físicament­e es un gran esfuerzo, necesito recuperarm­e y acabo gastando más dinero.

Y, además, el rescatador se pone en peligro.

Ciertas personas suponen que lo más importante es su vida, no la de los otros, es egoísmo. A mucha gente no le gusta decir que la han rescatado, no quieren mostrar que han tenido problemas en la montaña, evitan evidenciar debilidad, porque eso significa que quizás la próxima vez no tendrán el apoyo de patrocinad­ores.

La montaña no escapa a la mentira.

Sí, en la montaña y en todos los ámbitos de a vida encuentras a personas que no dicen la verdad por muchas razones: por ego, por dinero, por su propia satisfacci­ón… Ya con Tenzing y Hillary surgió el debate de quién había llegado primero a la cumbre (Everest 1953). Y Nims (Nirmal Purja), que dijo que hizo el Dhaulagiri sin oxígeno embotellad­o, pero otros lo vieron con oxígeno y luego dijo: “Ah, sí”.

Volvamos al libro. ¿Cuántos rescates ha recopilado?

Una veintena, los más conocidos son los de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna; Elisabeth Revol, en el Nanga Parbat; Jean-christophe Lafaille, en el Broad Peak... Pero en el epílogo relato otros no tan significat­ivos, en total unos 25.

¿Qué siente cuando llega y la persona ya ha muerto? Después de ver la película Pura vida sobre el rescate de Iñaki, la gente se acercaba a mí y me felicitaba por el esfuerzo, pero yo estaba triste, la operación no fue un éxito, no pudimos salvar a mi amigo. Pero el público y los medios destacaron el empeño que pusimos como equipo, alpinistas que incluso no nos conocíamos nos unimos para ayudar a Iñaki, esto es un logro. Pero no rescatamos a Iñaki con vida.

Lo intentaron.

Un intento no es motivo para que te enaltezcan, lo importante es el éxito. Lo intentamos, sí…, pero lo que cuenta son los resultados. No se tiene que rendir honores a quien rescata, es lo normal, nadie debe colgarse medallas por eso.

En el 2020, anunció que dejaba el alpinismo. ¿Por qué ha vuelto?

Pensaba dedicarme a la familia, a mis hijos, tener una vida normal, un trabajo, pero me di cuenta de que nadie quería vivir conmigo. Así que, dos años después, pensé que era mejor volver a la montaña, con mi pareja, María José Cardell, de Granada. Me pidió que la ayudara a abrir una ruta nueva en estilo alpino en un pico de 8.000 metros y yo le dije que sí, porque ninguna mujer lo ha hecho. En el 2022 me preparé, completé tres cimas, el Broad Peak, el G-II y el K2 (en once días, sin oxígeno). Este verano vamos al G-I, cuando estemos en el campo base decidiremo­s por dónde subimos.

¿Y volvería al K2 en invierno?

No es una cuestión de si quiero o no, es que no puedo, cuesta demasiado dinero y es necesario tener un buen equipo, buenos compañeros, y esto muy difícil ahora. Mi reto principal es la nueva ruta en un 8.000. Si lo consigo, habré ascendido 27 ochomiles sin oxígeno embotellad­o, superando el empate a 26 que tengo con Juanito Oiarzabal. Mi cuerpo está preparado, ahora que he vuelto no quiero parar. He pedido permiso a China para subir el Everest en solitario por un itinerario inédito la primavera del 2024. El alpinismo es arte. Yo estudié para ser actor de teatro y de cine, participé en varias obras y, en la montaña, quiero explorar nuevas cosas. He soñado varias veces trazar rutas diferentes en el Everest, lo intenté en el 2013 por la cara sur, por Nepal, con Alexéi Bólotov, pero él murió y tengo muy malos recuerdos. Además, está el penoso caso de los sherpas con Ueli Steck (en el 2013 fue atacado el suizo y otros dos alpinistas). En Nepal también yo he tenido malas experienci­as.

¿Nepal no entra en sus planes?

No quiero volver. Todo es negocio y dinero, dinero… Todo es demasiado comercial. Prefiero ir por la cara norte.c

 ?? Xavi Jsenr ?? Urubko, el lunes, antes de la presentaci­ón de La elegancia de la eficiencia, en la tienda GR-7 de Reus
Xavi Jsenr Urubko, el lunes, antes de la presentaci­ón de La elegancia de la eficiencia, en la tienda GR-7 de Reus

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